07/12/2019
 Actualizado a 07/12/2019
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Mis abuelos tenían un bar muy cerca de la estación de la Feve, en la calle Renueva, que se llamaba ‘La Perla Vasca’. Cuentan sus parroquianos que la especialidad de la casa era el pulpo y los callos. Estoy convencido de que si mi padre o mi tío Maxi hubieran seguido con el negocio familiar, yo me habría metido en ello de cabeza.

Ayer mismo contaba Hugh Elliot, el embajador inglés en nuestro país, que cuando vino a hacer el camino de Santiago y perdió su bicicleta, lo primero que hizo, con el poco dinero que tenía, fue «ir a un bar a reflexionar», y que allí, en Burgos, se tomó unas croquetas que definió como: «uno de los pilares de la civilización», ¡toma ya!

Y aunque yo aun mantengo despierta dentro de mí esa especie de vena hostelera, procuro recordar con más intensidad aquello que decía el gran Félix Fernández en sus clases de Latín sobre que el «negocio» no era otra cosa que el término opuesto al ocio.

Quizá, esa definición sea la que a muchos echó para atrás en un momento dado, y sin duda la razón principal por la que muchas personas han visto en el empleo por cuenta ajena, o en la clásica oposición, el futuro más claro. Antes que embarcarse en un negocio del que nadie te puede asegurar su trayectoria.

Yo crecí en unos años en los que el espejo en el que mirarse era aquel Mario Conde abogado del Estado y número uno de su promoción. No había nada mejor que la ansiada «oposición». ¡Así que estábamos como para emprender!

León está tocado, un tercio de la población es bastante mayor y el futuro, es el que es. Todos somos conscientes de las posibilidades que tenemos, y todos queremos pelear por una tierra mejor. Pero realmente, ¿cuál es nuestro grado de implicación? Imagino que al menos estas navidades consumiremos productos de León, y compraremos en sus tiendas, dando vida así al llamado comercio de proximidad.

Hay algunos hombres buenos que pueden ir un poco más allá, personas que no tienen miedo a la falta de ocio y que, al igual que los buenos toreros, salen cada tarde a «jugársela». Aquellos a los que no les tiembla el pulso a la hora de invertir y de crear, una vez más, aquí. Aquellos que no escuchan a los pesimistas ni a los agoreros.

Estos días se ha inaugurado ‘Marcela: Brasa y Vinos’, un nuevo proyecto de uno de nuestros mejores empresarios, Antonio Vázquez, un «monstruo» (que le decían a Manolete) y un lujo para León. No les voy a hacer spoiler, vayan, y conózcanlo.
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