El objetivo de cara al debut está claro: evitar conformismos y planteamientos ultradefensivos y tratar de llevar la voz cantante desde el primer minuto de la eliminatoria. Y ver portería. Porque tirando de hemeroteca y repasando los resultados de la fase de ascenso a Segunda División de la temporada pasada, empezar la eliminatoria marcando a domicilio es un paso de gigante y casi una obligación para avanzar de ronda.
De hecho, en solo cuatro cruces de los catorce que se disputaron –excluyendo la final por el campeonato de la división de bronce a la que los ganadores llegan con el ascenso ya en el bolsillo y sin tensión competitiva– el equipo que marcó a domicilio en el partido de ida no logró aprovecharlo en la vuelta.
Y es que el valor doble de los goles como visitante sigue siendo decisivo en una eliminatoria a doble partido ypremia la ambición sobre el conformismo.
Con estos antecedentes, la Ponferradina buscará continuar con la reciente mejoría mostrada a domicilio, notable en sensaciones y acompañada de buenos resultados que ha venido de la mano, precisamente, de una mayor efectividad de cara a puerta lejos del Toralín.
En los dos últimos meses de competición la escuadra blanquiazul solo se quedó sin marcar como visitante ante el Real Madrid Castilla (0-0) y ha logrado dejar atrás los problemas que arrastró durante los dos primeros tercios de temporada.
El Mirandés, la excepción
La excepción que confirma la regla es el Mirandés. El conjunto burgalés, que se clasificó el pasado curso como primero de grupo y era uno de los grandes favoritos, cayó en la ruta de campeones ante el Mallorca (3-1) pese a que el gol de Pito Camacho a un cuarto de hora del final dejaba todavía viva la eliminatoria.
En la repesca, ante el Extremadura, los burgaleses lograron una valiosa victoria a domicilio en la ida (0-1), pero no pudieron rematar la faena en Anduva, que recapituló (0-2) y dijo adiós al regreso a la división de plata de forma inesperada.