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Maquiavelo y la Historia

20/02/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Nicolás Maquiavelo es posiblemente uno de los pensadores más citados y peor leídos. Peor leído, porque la mayoría sólo conoce ‘El Príncipe’ e ignora el resto de su obra y esto en el mejor de los casos, pues la gran mayoría de esta inmensa mayoría ni siquiera ha leído este opúsculo y cita de oídas, como el que aparca el coche.

Siempre me ha parecido que un hombre al que le gusta alternar en las tabernas y entablar conversación con sus conciudadanos tomando unos vinos no puede ser muy maquiavélico y Maquiavelo gustaba del vino y de la conversación. Después, cuando llegaba a casa, se despojaba del olor rancio de aquellos antros mal iluminados y como él mismo nos cuenta, se vestía con las ropas más lujosas para entregarse a la lectura de los clásicos, principalmente historiadores como Tucídides, Polibio y Tito Livio.

Todo el pensamiento político de Maquiavelo se sustenta sobre dos pilares: el conocimiento de la naturaleza humana, que es una y la misma en todo tiempo y lugar y el estudio de la Historia. Se asombra, el florentino, de que se preste tanta atención a la Antigüedad, conservando por ejemplo un fragmento de una escultura de la época griega como si de un tesoro se tratara y sin embargo no se tengan en consideración a la hora de gobernar los ejemplos que la Historia nos ofrece.

Maquiavelo sabe del valor de la Historia, no tanto como erudición, ni siquiera como el placer de conocer las historias pasadas, más bien por su valor como ejemplo pero también como clave de interpretación del momento presente, pues, como reza El Eclesiastés: «Lo que fue, es lo que será, y lo que ha sido hecho, es lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol».

Como pueblo, nación, Estado o comunidad política, la Historia juega el mismo papel decisivo que la memoria cumple en el individuo. La memoria es el sustento que posibilita la identidad y la personalidad, saber quién eres es recordar quien has sido hasta ese preciso instante y qué pretendes del momento siguiente. De igual manera, la Historia de un país es la ligazón de esa sociedad, creadora de una identidad que cohesiona, evitando la disolución y permitiendo el futuro. Los nacionalistas lo saben bien, otros, por desgracia aún no se han dado cuenta.

Y la semana que viene, hablaremos de León.
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