05/03/2023
 Actualizado a 05/03/2023
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La magia de la magia está en creer en ella aunque descubras el truco. Como decía Sidoro cuando alguien se metía con el gran Kanisca, que representaba sus espectáculos en ‘el su bar’: «¡Qué cojones va a traer nada en la manga! Tú, que malicias de todo, a todo le tienes que poner pegas, menudo don Dificultades que estás hecho».

(A ver, para los que tenéis un problema de cojones con las palabras. Si el mí Sidoro lo decía así ¿qué queréis, milagros? ¿Entenderíais lo que dijo si lo traduzco: «No es que traiga nada en la manga...». Es más, pensáis que lo traía).

Y Sidoro, a continuación, se ponía a ver ‘El Parte’ y no se creía nada de lo que allí le contaban: «Sí hombre, lo que tú digas, faltaría más», le espetaba al mismísimo Matías Prats ‘padre’ (bueno abuelo, que el chorro no para), al que era obligado creer porque salía en el No-Do.

Y cuando Kanisca quería ganar tiempo para la rifa y decía aquello de «tenéis que esperar un momento que se están vistiendo las chicas del ballet» todos mirábamos para la puerta, aunque sabíamos de otros años que nunca salían, aunque le veíamos el truco. Que una cosa es ver el truco y otra dejar de creer porque cinco minutos después te cambiaba la hora del reloj sin tocarlo ni acercarse y es cuando mirábamos para el que reñía con Sidoro como preguntando: «¿Qué lo cambió, con las mangas?».

Por eso cuando Nando ‘el mago de nuestras infancias’ nos decía por la ventana: «Se te clarean las orejas, eso es que una niña, que tiene balcón, está pensando en tí». Y menudos nervios, pensando en la magia de la niña del balcón, aunque sabíamos que era Jose, el niño que sacó del hospicio para criarlo, quien le contaba qué niña le gustaba a cada niño de la escuela. Saber el truco no acababa con la fe, puro ilusionismo.

Por eso, sé que es magia que un mago aragonés, Pepe Lirrojo, haya hecho de Manuela Rejas su modelo de vida hasta el punto de hacer de su biografía el guión de su espectáculo y lograr que sea eterna la vida de aquella mujer que me hizo ver lo que era la magia cuando al explicar porqué vivía en Veguellina dijo: «Me enamoré del río Órbigo». Y se quedó allí para siempre.

Ahora dí que lo traía en la manga.
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