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Mañueco y las armas

13/08/2020
 Actualizado a 13/08/2020
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Hace unas semanas se dijo que «la mejor arma contra el leonesismo es Mañueco». La afirmación tiene un significado profundo. Por una parte, se dice que necesitan armas, así que alguien considera que existe una guerra, un conflicto, en León. En segundo lugar, se estableció que el presidente de la Junta encabeza el movimiento contra el leonesismo, lo que corrobora que considera prioritario lo que pasa en la provincia.

Efectivamente, el leonesismo está más extendido que nunca, rompió los confines sociales de UPL y se ha convertido en un movimiento transversal, que abarca a militantes populares, socialistas, de Podemos, de Izquierda Unida, de Vox, independientes y de Ciudadanos. Hay concejales que han desobedecido los dictados de sus partidos en Valladolid por pura convicción y por defender los intereses de León. Por otra parte, el leonesismo social se despliega en multitud de iniciativas. La necesidad de una autonomía de la Región Leonesa nunca se aceptó socialmente así, ni creció tan deprisa. Nadie duda que existe en la provincia leonesa una mayoría social a favor de la autonomía propia y que, con el tiempo, puede alcanzarse en otras provincias, pues las causas y argumentos no cambian.

El autonomismo leonés tiene tres vertientes y en las tres encuentra respuesta de la Junta. En la vertiente política intenta coaccionar a los concejales y otros cargos públicos para que se pronuncien en contra de la autonomía. Este proceder está dejando a quienes obedecen las consignas enfrentados a sus vecinos a cambio de nada. Se les califica de traidores por apuntalar una situación que empobrece a la ciudadanía leonesa para preservar sus aspiraciones políticas.

En la segunda vertiente, la económico-social, los aparatos socialista y popular parecen haber entrado en una carrera por la demolición acelerada de León. Los recortes y retrasos en Torneros, la falta de alternativa al cierre de las térmicas, la deficiente dotación de camas UCI, los retrasos en Pajares, el bloqueo de la León-Braganza y la Ponferrada-Monforte, la supresión de los talleres de Renfe, etc, marcan una ejecutoria de desinversión y abandono justificada por Silván y Cendón.

En la tercera vertiente, la cultural, el último episodio de ocultación de lo leonés es la corona de castillos del mausoleo de Alfonso VI, subvencionada por la Junta, y el penúltimo la exposición de castros en el «occidente de Castilla y León», que se llama Región Leonesa o Reino de León hace varios siglos, por no citar otras.

En conclusión, León se enfrenta a un episodio histórico y a la Junta. Es la responsabilidad actual de los leoneses: decidir entre decadencia o reacción.
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