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Mantecada Rock

31/10/2021
 Actualizado a 31/10/2021
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Acabé, no sé muy bien cómo, en un bloque de viviendas donde una vez actuaron Daft Punk. No cuando era inmueble residencial, claro, sino en una vida anterior del solar. Allí, dando vueltas con la bici, imaginándome dónde podría haber estado el escenario, pensé en que había sopesado entre si ir o no a aquel concierto, pero finalmente preferí gastarme los cuartos en otro cuya evocación me envenena de bochorno.

El recuerdo de la oportunidad perdida activó los engranajes de la memoria y de ahí pasé a otra imagen del pasado. Fue la vez en que, para conmemorar los 1.100 años del Reino de León, en el año 2010, se anunció un festival, el Kingdom, que iba a ser la de Dios es Cristo. Se dijeron nombres como The Divine Comedy, Nick Cave, Sonic Youth, Weezer… y a última hora la organización dijo que no había dineros y que ya se haría en otro momento. Nunca sucedió tal cosa.

De ahí, entre pedaladas, la sensación de frustración conectó con otro hueco de la memoria: el Mantecada Rock. En verano de 1998 mi compadre Chusmi llegó con una noticia: en la plaza de toros de Astorga iban a hacer un festival ambiciosísimo para lo que estábamos acostumbrados en estas latitudes. Habría un día más ‘metalero’ y otro más pop, que coincidía con la celebración de Benicassim (que era como se conocía antes de que todo el mundo lo llamase FIB). Como éramos unos muertos de hambre que no podían permitirse ir hasta tierras castellonenses, nos acoplamos al coche del hermano de mi colega y nos plantamos en la villa maragata en la segunda jornada.

Nada más llegar nos encontramos con un panorama no muy halagüeño. Ahí estábamos cuatro gatos y los organizadores, dos chavales (Nicolás y Ángel) voluntariosos y llenos de ilusión. Estos nos comentaron que no sólo no habían conseguido ni un chavo de patrocinio de las fábricas de mantecadas de la zona, sino que Astorga ardía en una contraprogamación de fiestas de todo pelaje, hasta el punto de que nos planteamos desertar e ir hasta allá. Pero no, resistimos y asistimos al desfile de grupos ‘indies’, con varias horas de retraso. Onion nos contaron que les pagaron con una caja de farias llena de monedas de 500 pesetas. Algunos, ni eso. Cuando salieron Mercromina, Joaquín Pascual cogió el micro y lo primero que soltó fue: «Esto no se hace con la gente honrada». Me quiere sonar que Sexy Sadie empezaron a las 5 de la mañana.

No se logró surfear aquella ola tardonoventista en la que toda localidad con producto típico (el Morcilla Rock, el Granito Rock, el Viña Rock) organizaba su festival de música para atraer a la juventud. No pudo ser. Y sólo nos queda pedalear.
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