Manos solidarias contra el hambre

La Asociación Leonesa de Caridad cuenta con unos 80 voluntarios "operativos" que hacen posible que unas 90 personas en riesgo de exclusión tengan qué comer cada día

Cristina Centeno
24/12/2019
 Actualizado a 24/12/2019
Un grupo de voluntarios de la Asleca junto a su presidente, Félix Llorente, y una de las hijas de la Caridad que están a cargo del comedor. | MAURICIO PEÑA
Un grupo de voluntarios de la Asleca junto a su presidente, Félix Llorente, y una de las hijas de la Caridad que están a cargo del comedor. | MAURICIO PEÑA
Es Nochebuena y en la sede de la Asociación Leonesa de Caridad la fecha está señalada en el calendario. A pesar de las necesidades y las «durísimas» historias de la gran mayoría de usuarios que acudirán al comedor, la cita supone una oportunidad para paliar la «soledad» que sufren, un mal que se acentúa en estas fiestas. Junto a los trabajadores de Asleca y las Hijas de la Caridad –encargadas de la gestión del comedor– los voluntarios ya están distribuidos para colaborar en el reparto de la cena especial de este martes, así como de la comida de mañana y las celebraciones navideñas que quedan por delante. Durante estos días la solidaridad crece y, igual que las donaciones de alimentos aumentan, el número de leoneses que quieren colaborar también se incrementa. Aunque su trabajo es necesario siempre, los 365 días al año, para ayudar a las hermanas y a las cocineras de Asleca repartiendo los menús entre las cerca de 90 personas necesitadas que cada día recurren a este servicio para tener qué comer.

Unos 80 voluntarios «operativos» acuden al edificio de Puerta Obispo para echar una mano a la hora de repartir desayunos, comidas y cenas. Los hay que llevan «toda la vida», que «vienen todos los días» o que se comprometen para colaborar «una vez a la semana», explica Félix Llorente, presidente de Asleca. «Cada uno lo que puede», agradece. Para organizarse, tienen un calendario en el que se distribuyen para que no haya servicios ‘vacíos’ y se comprometen a cumplirlo o a avisar con tiempo si fallan, para que otra persona pueda sustituirles.

Gracias a su trabajo, el año pasado el comedor social dio un total de 79.580 servicios a 814 usuarios, de los que la mayoría eran hombres y más de un centenar dormía en la calle. Pero hay personas de todas las edades y los perfiles son muy variados: parados sin prestación, inmigrantes, personas con adicciones al alcohol, toxicomanías o problemas de salud mental.

Alicia Lucio es una de las voluntarias. Lleva más de dos décadas colaborando con la Asociación Leonesa de Caridad y no es su único voluntariado. La labor que realizan en el comedor social la conoció a través de una amiga. Ella «me dijo que venía, pregunté y me apunté», desde entonces cada viernes acude a repartir las comidas, además de otros días si la requieren. «Estoy encantada», aseguraba mientras terminaba de servir los segundos platos del menú del pasado viernes: pescado con lechuga y mayonesa. En todos estos años «conoces mucha gente y muchas necesidades», explica. Historias «duras» de personas ya conocidas que «te duelen y te fastidian», por lo que «aprendes a valorar más lo que tienes en casa», confiesa. «También tienes problemas y no todo es vida y dulzura, pero cuando ves esto dices: de qué me quejo», subraya.

En más de dos décadas de voluntariado ha conocido las historias que están detrás de los usuarios del comedor. «Hay gente con la que entablas relación, una mujer me decía que iba a pasar sola estas fechas y te duele, en Navidad más todavía, porque les conoces de muchos años», afirma. Por eso no duda que «mientras se pueda ayudar» seguirá haciéndolo, «porque las hermanas solas no podrían».

Junto a ella acude también los viernes para ayudar con las comidas su marido, Florentino Rubio, que empezó un año más tarde que Alicia a colaborar con Asleca en el comedor. «Venía a buscarla al principio y la esperaba fuera y al final me dijo que porqué no venía un poco antes y entraba, y así fue», recuerda. Veinte años después «ya está el compromiso» y «venimos incluso más días si falta alguien y nos llaman», asegura. «Nos aporta mucha alegría», defiende, por lo que no duda en animar a otros leoneses a que se unan a este voluntariado. «Estoy muy contento», confirma, porque aporta su trabajo altruista para tratar de hacer un poco más fácil la vida de personas con «historias muy duras».

También por Alicia comenzó hace diez años Carmen Pardo, que acude dos días a la semana y confirma que está «encantada» de hacerlo. Ella estará este martes en la cena de Nochebuena echando una mano, porque es un día que «viene muchísima gente». También subraya el compromiso que adquieren los voluntarios con un servicio que no para durante los 365 días del año. «Hay que cumplir, porque si faltamos esto no anda bien», asegura mientras reparte los primeros platos junto a Florentino.

Ellos son tres de los alrededor de 80 voluntarios que hacen posible la actividad del comedor social de Puerta Obispo. Más de una veintena acude prácticamente a diario. Su principal función es servir los desayunos, comidas y cenas, ayudar en la recogida del comedor o preparar las bolsas de bocadillos para las cenas del fin de semana y colaborar con las cocineras en la preparación de los alimentos.

Este martes ayudarán a servir un menú es especial y pasarán allí más tiempo del habitual, ya que antes de la cena está prevista una misa y habrá villancicos, una celebración con la que pretenden que los usuarios salgan de esa soledad que muchas veces les acompaña y se recrudece más aún en estas fechas. El menú «extraordinario» ya está configurado: entremeses, sopa especial, carne o pescado, postre, sidra, café y dulces navideños.
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