Manos blancas no ofenden

La última página de LNC con la firma de Fulgencio Fernández, que pone la letra, y Mauricio Peña, que se encarga de la foto

Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
23/04/2020
 Actualizado a 23/04/2020
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Aunque la frase –«manos blancas no ofenden»– pertenece a un hecho histórico que podría ser pionero de los movimientos feministas, pues era una treta para que no tuviera vigor la Ley sálica que otorga el reino sólo a los varones, la expresión ha quedado como sinónimo de que no cabe el enfado ante los hechos cargados de buena voluntad, por más que se tuerzan por el camino.

Estamos en días de manos blancas, con guantes blancos, sobre telas blancas, buscando un futuro que pronto será blanco.

Y hay manos blancas para todo. En tantas partes.

Manos blancas que aplauden a las ocho y emocionan a otras manos blancas que se la están jugando cada día por todos.

Manos blancas que han vuelto a sacar del desván las viejas máquinas de coser para hacer mascarillas que nos ayuden en la batalla, sin preocuparse de a quién van a parar.

Manos blancas que se posan sobre el pentagrama para crear canciones que nos distraigan unos minutos de ese largo silencio de la espera.

Manos blancas que se ofrecen para ayudar.

Pues si estamos rodeados de manos blancas, que no solo no nos ofenden sino que nos ayudan, ¿por qué insistimos en perder el tiempo con las manos ofensivas de quienes siempre caminan sobre el barro?
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