18/12/2019
 Actualizado a 18/12/2019
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Más de mediado el último mes del año, cuyo número natural, 2019, con no ser primo no ha supuesto, temo, que no se haya sido una o varia vez –ora a voluntad ora sin remedio– engañado o explotado fácilmente, ya he sufrido el primer amago de ponerme evaluador de lo hasta hoy hecho con el tiempo y otras oportunidades por él brindadas o ante las esperadas y allegadas y al final torcidas, no entremos en el porqué. Mas, por si un aquel, he decidido dejarlo en eso, en intención aplazada, no sea cosa que el próximo día 22 me vea agraciado –o no, que a saber– con un cambio en mi ubicación económica financiera y, campoamoriano, me vea convocado a un congreso extraordinario conmigo mismo a fin de revisar teorías y praxis mantenidas hasta entonces. No se ha de tener uno por mejor que nadie y ejemplos sobran según atestigua, amén de la presente realidad, desde antiguo el popular –en su sentido de «que es conocido por el público en general»– refranero. Verbigracias: «no sirvas a quien sirvió» o «no hay peor cosa que un piojo resucitado». Así que, hasta que el día que usualmente acabamos consolando como de la salud, sean cantados números y premios y sean comprobadas las coincidencias de los primeros con mis participaciones, nada de evaluaciones y aún menos de propósitos de cara al venidero año. ¿Quién nos dice que no acabemos riendo por lo que lloramos o llorando por aquello de lo que nos reímos? Ya lo dijo y tituló José Luis Martín Vigil, La vida sale al encuentro, y cuántas veces lo hace dando muchas vueltas, demasiadas, cuando no en un ‘totum revolutum’.

¿Pero para qué escribí yo antes del paseo y en el anterior párrafo ‘La vida sale al encuentro’ y ‘totum revolutum’? ¿Tenté a los dioses? ¿Irrité su carácter? Es más, tras mi última estancia en Asturias, donde vi en mi adoptado pueblo cómo las olas rebasaban y cubrían muro y faro del espigón, y este recibimiento que me hacen los ríos leoneses, ¿seré yo quien en verdad subleve unas y otras aguas?

Me liberan de la duda los alcaldes de muchos municipios leoneses denunciando y criticando dejaciones y negligencias de la Confederación Hidrográfica del Duero que a mí me parecen un abandono más, un desprecio más, no de las que sufre esta tierra, sino, lo que es mucho peor y más me importa, su ciudadanía, sus resistentes habitantes. Y, aclaro, por parte de todo poder político, central y autonómico.

Sí, mejor aplazo conciencias y propósitos, porque sin duda me saldrían muy malsonantes.

¡Salud!, y buena semana hagamos, buena semana tengamos.
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