03/04/2022
 Actualizado a 03/04/2022
Guardar
Hace cuatro meses era lo de pasar de curso sin aprobar. El otro día lo que quitar las notas numéricas en secundaria. Ahora, la eliminación de la filosofía en el currículo académico. Como leí por Twitter el otro día, las sorpresas en las reformas educativas nunca vienen porque hayan metido en primaria la tabla periódica o alguna otra exigencia excesiva, sino con la progresiva eliminación del nivel básico para adquirir conocimientos.

Un caso importante es el de la enseñanza de Historia. Según el Gobierno, a partir de ahora ya no se aprenderá de forma cronológica, sino por bloques de ideas. Esto, que puede tener su sentido en quien ya tiene los conocimientos previos –es decir, en la universidad–, supone para niños y adolescentes arrancar la carrera con un lastre. De igual forma que, a medida que crecemos, somos capaces de entender conceptos cada vez más desarrollados, la humanidad ha ido volviéndose cada vez más compleja. Así, es una locura pretender que alguien entienda el marxismo sin saber qué ocurrió en la Revolución Industrial y, antes todavía, en la revolución científica de la Edad Moderna.

A esto hay que añadir el presentismo, una de las peores plagas de esta época: juzgar el pasado según los parámetros del presente. Por ejemplo, mandar a la hoguera a –por ejemplo– Platón por su machismo / misoginia, obviando un detalle sin importancia como su homosexualidad. O quemar igualmente toda la obra de Picasso por ser un ‘womanizer’. Hace poco escuché a una activista hacer una enmienda a la totalidad del método científico por no admitir las perspectivas ideológicas que ella defendía. Según este tipo de gente, el orden cronológico o mantenerse al margen de los juicios de valor son peores que cualquier sesgo propio de una secta.

Al final quienes más dicen defender la educación pública más están haciendo por la privada y la concertada, al convertir la primera en un campo de experimentación de psicopedagogos y educadores donde la experiencia de los profesores cuenta poco o nada. Y las segundas en una de esas urbanizaciones blindadas del exterior. Podría llegarse a pensar que al poder –sea del color que sea– lo que le interesa es una gran masa de población sin conocimientos ni sentido crítico. El hecho de que en casi 50 años no se haya llegado a un pacto de estado para blindar la educación frente a vaivenes ideológicos así lo demuestra. Eso, o que los que mandan no quieren que les coman el pastel ni los nietos de sus nietos.
Lo más leído