07/05/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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Hace años escuché una vieja historia familiar que situaba a mi tía abuela Agustina en un arroyo del alfoz leonés restregando uniformes nazis. Nunca he podido contrastar todos los detalles de aquel relato, aunque sí es cierto que al vivir en Ferral y dedicarse por esa época al oficio de lavandera, la matriarca del clan pudo entrar en contacto con algún integrante de la Legión Cóndor. Pensaba unir esta anécdota con el reciente aniversario de la Operación Rügen, nombre en clave del bombardeo sobre Guernica en abril de 1937, pero, ni quedan testigos en la zona, ni Trini, su hermana, está para muchas preguntas de este nieto columnista. Al recopilar documentación he caído en la cuenta que, de cara a sumar otro hito en la desgracia cazurra, León tuvo un protagonismo crucial en la ejecución de ese crimen contra la humanidad, preludio de otros peores. Es una evidencia histórica que los preparativos de la masacre se organizaron durante meses desde el cuartel general de la aviación alemana, localizado en La Virgen del Camino. Aún así me sigue impresionando la declaración de Hermann Göring, comandante supremo de la Luftwaffe, durante el juicio de Núremberg en relación a la Guerra Civil Española: «Con el permiso del Führer envié allí gran parte de mi flota de transporte y una serie de comandos de prueba de mis aviones de caza, bombarderos y cañones antiaéreos, teniendo así oportunidad de comprobar sobre el terreno si el material había sido elaborado debidamente». Para ahondar más en nuestra vergüenza basta con acercarse a los archivos de la Diputación y consultar la carta enviada por Hitler al Palacio de Los Guzmanes, fechada en Berlín el 17 de junio de 1939, y que empieza así: «A las madres de León. Doy cordialmente las gracias por el documento en pergamino a mí remitido con el agradecimiento a los voluntarios alemanes que han estado firmes al lado de los hijos de España en la lucha contra el enemigo del mundo, el comunismo. Deseo a la capital de León, después de estas luchas victoriosas, un nuevo florecimiento y un desarrollo grandioso para el porvenir». Volviendo al mencionado arroyo traté de guionizar una escena al estilo de Quentin Tarantino en ‘Malditos Bastardos’. Imaginé caminando por aquellas vegas del Bernesga a Wolfram von Richthofen, pariente del Barón Rojo y máximo responsable del despliegue de la Legión Cóndor en nuestra provincia. El resto de la secuencia espero completarla algún día, aunque solo sea por ver a Brad Pitt en el papel de Aldo Raine cortando con su machete una hogaza de Montejos.
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