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Maestros asintomáticos

14/09/2020
 Actualizado a 14/09/2020
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Es muy probable que la princesa Leonor nos haya resuelto la duda sobre lo que pasará con la vuelta al cole. Cuarentena para toda la clase después del primer día sentada al pupitre, clases a distancia, vuelta al cole en un par de semanas, nuevo caso sospechoso de otro niño y a repetir la jugada hasta que se acabe el juego.

Me cuenta un conocido, hablando de este tema, que su cuñada –maestra de profesión– le había comentado en confianza (y ahí dejó de ser secreto el asunto) que para ella lo más cómodo era seguir sacando rendimiento a la pandemia y que de no poder seguir de vacaciones, iba a intentar que los niños se quedaran en casa y volver a la teleformación de marzo y abril.

No conozco a esta mujer, ni falta que hace, pero imagínese la vocación que tiene y lo fácil que le resulta ganarse el sueldo. Tampoco sé si trabaja en la pública o en un colegio privado pero, por desgracia, no es la única del gremio que opina de esta manera. Lo dirán en las próximas semanas las cifras de aulas cerradas, profesores aislados y maestros que, sin destacados síntomas, prefieren quedarse en casa y evitar hipotéticos contagios entre sus queridos niños.

Esta especie, la de maestros y profesores asintomáticos, es la peor desgracia para unos estudiantes que se tropiezan con un tipo que cayó en una escuela de la misma manera que podría estar clavando puntas en una carpintería o cobrando galletas en un supermercado. Todos, para desventura propia y aunque se cuenten con los dedos de una mano, en nuestra vida hemos tenido algún profesor sin síntomas de maestro, ni vocación, ni capacidad para ejercer una profesión en la que además de talento se debe tener un don especial.

Gracias a ellos, a los que se ponían a enseñar Matemáticas sin tener ni idea, se pierden por el camino decenas de aspirantes a ingeniero pero con auténtico pavor a las operaciones de números complejas. Y también gracias a estos maestros asintomáticos en cuanto a vocación se refiere se esfuma la capacidad para juntar letras de niños que tuvieron como profesora de Lengua y Literatura a una tía que en su vida leyó un libro. Por poner un par de ejemplos.

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