Imagen Juan María García Campal

Maculada Constitución

08/12/2021
 Actualizado a 08/12/2021
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Escribo entre los pilares del puente decembrino, el uno, político y social, la Constitución, el otro, portentoso y católico, la ‘Inmaculada Concepción’. Es decir, escribo un día de corriente fluvial o laboral para unos, y de asueto laboral, para otros.

No opinaré de la cosa religiosa. Tenga cada cual su fe, mas no intente con malas artes imponérsela a nadie. Por sagradas tengo las condiciones de existencia y la propia vida de las personas.

De lo que sí escribiré es de la Constitución, mejor, de nuestra maculada Constitución, sin que tal ‘maculada’ indique, bajo ningún concepto, que soy uno de los que, a su amparo, tildan su proceso y texto como ‘Régimen del 78’. ‘Régimen’ como tendente al franquista y ‘del 78’ por simular su intención.

Voté sí a la Constitución aún mis dudas con respecto a la monarquía. Duda resuelta merced a su adjetivo determinante, ‘parlamentaria’, y por el llamamiento a «hacer del referéndum constitucional un gran acto de afirmación democrática, mediante la participación masiva de los electores con su voto afirmativo a la Constitución» realizado por el Partido Comunista de España (PCE), en el que militaba. Recuerden los conversos.

Mas muchas esperanzas depositadas en ella se diluyeron, no solo –como alguno pensará– durante los gobiernos del PP, sino, aún más doloroso, durante los del PSOE de Felipe González, sobremanera, a raíz de la huelga general del 14-D de 1988, motivada por la renuncia de su gobierno al programa electoral que en materia económica y social había pactado con la UGT, practicando en su lugar ajustes económicos y flexibilizando el mercado de trabajo. Castrando la parte sustancial de su artículo primero el ‘Estado social...’.

De la corrupción de unos y otros, mejor no hablar. Ocuparía todo el periódico. Como de las muchas adelantadas celebraciones de la festividad por quienes a ella se deben, si no es que hasta viven.

Pero sí, tras 43 años, creo que después de todo lo derivado de nuestra integración en la UE; de los nuevos derechos conquistados; del consolidado Estado autonómico y sus manifiestas imperfecciones; de los múltiples incumplimientos en la obligada renovación de ciertos órganos constitucionales; de la inviolabilidad del Rey más allá de sus deberes constitucionales y de la anacrónica vigencia, en pleno siglo XXI de la ley sálica, etc., sí es hora de reformar y actualizar la Constitución sobre un deseable igual o mayor consenso. Pero, claro, el consenso es deber de los políticos. ¡Claro lo tenemos!

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.
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