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Lunes triste (Blue monday)

24/01/2020
 Actualizado a 24/01/2020
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Desde una profunda sima asciende hasta mí alcanzándome. Hace tiempo. Bastante. Como el musgo unido a las piedras así a mi corazón adosada sin fronteras. En todo momento puede atisbarse, percatarse de ella en mi tambaleante mirada cálida. Mi voz. En mi voz apenas usada, insegura. Hora gris del alma mía. Solitaria. Apenas mis ojos. En ellos la canción estival se apaga incesante. Nada invalida todos ni ninguno mis cansancios hoy, inmensos.

Habrá quien argumente que lo anterior es una plúmbea introducción con imágenes encimadas que le otorgan un carácter poético. No importa. Esto se nombra ante todo TRISTEZA con mayúsculas. Tristemente tristeza. Hay para dar, tomar y repetir. Nadie puede huir. Todos somos tocados o invadidos por ella, con mayor o menor frecuencia. Con mayor o menor intensidad. Repito, tanta es su presencia en la vida humana que desde el tercer lunes de enero de 2005 los medios de comunicación en connivencia con las redes sociales airean sin parar su existencia y posibles remedios, influenciados por el psicólogo Cliff Arnaall quien ha propalado que el citado día, como consecuencia de unos dudosos estudios, es el más triste del año (Blue Monday), lunes triste o día mundial de la tristeza. Pero apartando tal consideración no me equivocaré al afirmar que la tristeza puede convertirse en un llanto, en ocasiones, penoso que transita a menudo por nuestro rostro. También en lágrimas nada visibles u ocultas cuando la ilusión constituye una carencia permanente, en abundancia, o rosas rojas viajando a trompicones por las venas coronarias, o bien se convierte en una huida hacia una huraña soledad, rehuyendo cualquier proyecto amistoso o ilusionante.

Dicho cuanto antecede debo agregar, desconozco si desde la beatitud del mundo o no, que la tristeza muchas, muchas veces se advierte en canciones más o menos hermosas, más o menos bien rematadas, emotivas, por lo común, todas ellas. Ahí están algunas: ‘Mi lamento’ debida a Dani Martín; similarmente sucede con David Bisbal en ‘Ella no está’; las voces tan distintas del aragonés ubicado entre la poesía, la política y la naturaleza (‘Un país en la mochila’), José Antonio Labordeta. Así lo revelan su ‘Joven paloma’ y ‘Quien te cerrará los ojos’; muchos de los cantos debidos al cubano Silvio Rodríguez; también el grupo mexicano Maná entre muchísimos cantantes homenajeando la figura del cantautor chileno Víctor Jara, torturado y asesinado por el régimen pinochetista, el mismo Maná que sueña en voz alta con Rebeca Méndez en ‘El muelle de San Blas’; La voz desgarrada de Mercedes Sosa relatando la muerte trágica de la poeta Alfonsina Storni en las aguas del Mar del Plata el 25 de octubre de 1938 en ‘Alfonsina y el mar’.

Nada diferente hacen ‘El pequeño gorrión de París’, es decir, Edith Piaf, con su voz desgarrada igualmente ni Pablo Alborán en ‘La vie en rose’, ni la francesa en ‘Rien de rien’; nada tampoco Jacques Brel o Celine Dion en ‘Ne me quitte pas’.

Está bien, está bien el canto y sus lúgubres bondades. Me apetece escribir aquí, además, los nombres de Mecano regalándonos ‘Me cuesta tanto olvidarte’, Jeanette en ‘Soy rebelde’, o mejor en ‘Frente a frente’, otorgando, por supuesto, un merecido sitio a las tonadilleras Rocío Jurado por ‘Ya no te sientas solo y triste’e Isabel Pantoja con ‘Buenos días tristeza’. Asimismo deseo hacer un hueco a Melendi por ‘Adiós tristeza’, a la extraordinaria fadista lisboeta Amalia Rodrigues por ‘Triste sina’ y a Ives Montand o Andrea Bocelli por tanta nostalgia como derrama ‘Les feuilles mortes’.

Para concluir, la tristeza anida en mí, es hoy mi canto aunque no sea lunes 20 de enero, fecha asignada al Día mundial de la tristeza, insisto, y sí viernes 24. Descabalados mis recuerdos, pese a ello, me siento a quererte, madre, madre mía, madre.
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