A la hora de ver su nuevo trabajo nos encontramos con una continuidad de los anteriores pero con unas imágenes mucho más pensadas y maduradas. Son fotografías donde la composición, la iluminación, la colocación de los personajes, todo está calculado milimétricamente, son imágenes muy medidas, pero que se han desarrollado en segundos. Su recorrido no es muy diferente del de su vida diaria, viajes por trabajo, por ocio, en los que va utilizando todos los medios a su alcance para lograr una buena toma, un teléfono, una cámara compacta o una más competente, y además la mano para tomar la imagen o un trípode que supone la espera y el tiempo de exposición mucho más largo. Es una complicidad del autor con ese entorno en el que desarrolla su cotidianeidad, donde saca su cámara ante cualquier motivo que le atraiga en su andar por la vida. Él mismo afirma acerca de este tema que «el entorno donde desarrollo mi vida cotidiana genera constantemente escenas que de una manera u otra me llaman la atención e incluso hasta llegan a sorprenderme, y esta exposición es una muestra de esas escenas». Ese entorno es muy variado y pertenece a todo el mundo aunque muchas de las imágenes están tomadas en la ciudad de León, que ha sido el lugar del que han partido todas sus propuestas. Tal vez lo menos importante en esta exposición son los lugares, porque cualquier fotografía puede haber sido tomada en un sitio determinado descontextualizándola de su ubicación.En cuanto a sus personajes son, como índica el título de la muestra, ‘Gente corriente’ que va por la calle, que vive su día a día y que se ve reflejada en las imágenes sin ser en muchas ocasiones consciente de ello, y de un modo u otro tienen su relevancia durante un corto espacio de tiempo, como el mismo Luis dice: «Fotografío a la gente, que sin ser personajes excepcionales, pueden ser protagonistas de una escena que puede resultar bella, potente, significativa, que tiene contenido y durante unos segundos se convierten en los protagonistas efímeros de esa escena con tales propiedades». Y todo ello tratando de ser lo más respetuoso posible con los sujetos fotografiados que, cuando ha sido necesario, ha pedido permiso para realizar la instantánea.
Luis fotografía el paso del tiempo con imágenes en las que se mezclan personas estáticas con otras en movimiento ante un reloj, piezas secuenciadas en las que se ven dos personas que se juntan y se separan en su paso por un espacio determinado, vistas desde un mismo lugar con personas distintas que pasan por el hueco entre las calles a lo largo de un espacio de tiempo, cada escena diferente a las demás por la persona que pasa, pero están hechas en el mismo lugar y con idéntico punto de vista. Y aunque muestra el tiempo y la temporalidad las imágenes son atemporales y pueden haber sido realidades en cualquier momento de la actualidad.Hay una interacción entre las personas reales y los graffitis, pues en algunas piezas no se sabe qué es la realidad y cuál es el dibujo, ambas se encuentran plasmadas en una imagen y se supone que una de ellas responde a la realidad, pero al espectador a veces le entran dudas… Hay escenas en las que el dibujo vigila, se ríe o asombra a la persona que pasa ante él. Todas las obras han supuesto para el autor momentos de satisfacción, cargados de paciencia, de esperas a veces y de atrevimiento, que como bien dice: «el atrevimiento acaba donde empieza el respeto al otro, la línea que no se debe cruzar». Y eso lo saben muy bien los fotógrafos callejeros.
Utiliza las siluetas, los reflejos, los barridos, las tomas nocturnas, los textos y la ironía en muchas de ellas. Son técnicas diferentes de la fotografía callejera que dan fuerza y vigor a esas fotografías. A veces los graffitis son superiores a las personas reales que interactúan entre ellas de forma involuntaria para producir imágenes llenas de esa potencia visual que tienen. De este modo se explica Luis: «He intentado que la exposición tuviera diferentes técnicas visuales, y el reflejo, los barridos que dan sensación de movimiento, formas que implican momentos incluso por medio de la postura de las personas y el dinamismo de las fotografías, es algo que les da un valor y una fuerza extraordinarios». Cada imagen tiene un algo que ha encontrado su autor y que le atrae para atraer al espectador hacia su contemplación y ello viene integrado en el título de las piezas, que es el guiño que el artista quiere hacer a quien ve su obra.
La fotografía nocturna es otro de sus recursos y que da un juego impactante a las imágenes en la exposición. El autor nos dice: «el hacer fotos de noche es uno de los mayores placeres que tengo, la quietud y la inquietud que te produce la noche es algo que a mi siempre me ha encantado, a veces con trípode o a veces con cualquier elemento que encuentras a tu lado». La fotografía nocturna en la que abundan los negros y las sombras produce imágenes especialmente sugerentes y atractivas.La inauguración se realizará este viernes en el Centro Leonés de Arte con las medidas necesarias para evitar problemas con el Covid-19, y se podrá ver hasta enero del año próximo. ‘Gente corriente’ es además un proyecto que ha incluido actividades que han supuesto un fin solidario, como la edición del libro ‘Gente corriente y otras especies’, cuyos ingresos se donaron a las asociaciones sin ánimo de lucro, la Asociación Parkinson de León y un proyecto para unas escuelas en Maputo de Mundo Ético, por lo que esta exposición además de traer una belleza cotidiana a quienes la contemplen, tiene su dosis elevada de solidaridad.
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