Luis Artigue: "Para que un poema emocione tiene que ser verdad"

El leonés presenta hoy su nuevo libro de poemas ‘La ética del fragmento’ (Pre-textos) en la Biblioteca Padre Isla (20 horas)

L.N.C.
16/11/2017
 Actualizado a 14/09/2019
El poeta, Luis Artigue.
El poeta, Luis Artigue.
Luis Artigue, poeta, novelista, callejero, imprevisible, ‘charlador’... leonés del mundo, literato y personaje de novela. Ha vuelto, de nuevo a la poesía, unos años después, con ‘La ética del fragmento’. Se explica.

– Siete años después de ‘La noche del eclipse tú’ ha regresado a la poesía, ¿la echaba de menos?
–Bueno, nunca me fui en realidad: en este tiempo he publicado novelas y muchos artículos en periódicos, y he tenido una preciosa hija, la niña Lorca, y he ofrecido lecturas de mis poemas en no pocas ciudades de este país y de otros. Pero sí, tras mi libro anterior, muy intenso y revelador, quise volver a los rituales de la práctica no escrita de la poesía, que tanto tienen que ver con la purificación y el ayuno, y desde entonces he estado enfrascado en una lucha creadora de cierta dimensión. Aunque he de reconocer asimismo que mantuve la extravagancia de ir dando pequeños adelantos de este libro, pequeñas migas, en estos años.

– ¿Qué herramientas conceptuales aporta ‘La ética del fragmento’?
– La poesía nos ayuda a forjar hombres y mujeres quehan descubierto el ritmo, la flexibilidad, la relatividad; que saben que cada individuo está dotado de cualidades tanto masculinas como femeninas; mujeres y los hombres nuevos para los que el arte de unir y relacionar intereses distintos es un desafío... El hombre nuevo presta su ayuda, pues también él está dispuesto a cambiar la rigidez por la flexibilidad, el hermetismo por la franqueza, los papeles incómodos por la comodidad de no tener que representar ningún papel... La empatía que estos hombres nuevos muestran a la mujer nace de la aceptación de su propio modo emocional, intuitivo, sensible y humanístico de enfocar las relaciones. Ellos se permiten llorar, mostrar su vulnerabilidad, exponer sus fantasías y compartir su yo más íntimo. Algunas mujeres están desconcertadas por el nuevo régimen... De todo esto y de mí y de todos nosotroshabla mi libro La ética del fragmento: es poesía para la convivencia plena.

– ¿Por qué un cambio en el modelo de masculinidad?
–Porque a mi juicio por la influencia pionera de Safo retomada por el sufragismo y el feminismo y los estudios de género y la teoría queer ha habido un gran avance conceptual y político en los modelos de feminidad, pero ahora necesitamos que el peso del pensamiento político y lírico caiga del lado masculino: todo en pro de nuevos modelos avanzados de masculinidad más relacionales e integradores y propensos no a la uniformidad pero sí a la igualdad más que a la diferenciación, como apuntaba ya entonces Anaïs Nïn en su libro Ser mujer, el cual es también una influencia importante en este poemario mío. Pero no todo es investigación libresca en este poemario, ni mucho menos: hay también mucho de autoindagación, de confesionalismo; hay un coqueteo muy refinado y abstracto en la forma que tiene el yo poético de este libro de hacer repaso y reactualización así, negándose a no revelar, oponiéndose a desaparecer en el poema como proponía el impersonalismo de T. S. Elliot.

– ¿A qué se debe todo ese atrevimiento confesional del libro?
– Dentro de las tergiversaciones culturales de nuestra época me llama especialmente esa separación que hay hoy en nuestro país entre poesía y novela, como si por escribir poesía dejaras de ser novelista o al contrario. Yo hace años que descubrí que psíquicamente y hasta espiritualmente me venía bien intercalar; tras el vaciado extenuante que supone escribir una novela me viene bien volver a la poesía porque me ayuda a depurar mi ego. Y tengo por eso claros los límites genéricos de base: en la novela reina en buena medida la imaginación pero, para mí, para que un poema emocione y hasta conmociones tiene que ser verdad. Sé que vivimos en un tiempo relativista en el que se desconfía de la verdad, ya que esos nuevos sofistas subidos al atril de la política y el derecho aseguran que no existe la verdad sino la versión de cada cual. Pero yo escribo poesía porque creo que tenían razón los clásicos, que existe la verdad, pero hay que apreciarla y buscarla. Por eso dejo toda mi inventiva y mi imaginación y mi locura para las novelas pero la poesía para mí tiene que ser verdad: ese postulado es lo que hace que, en este libro que ahora llega a las librerías, sienta que algunas de las partes más idiosincráticas de mí han salido de un modo que nunca antes me había permitido.
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