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Lucía y las ganas de vivir

23/09/2016
 Actualizado a 13/09/2019
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Entra porque sí. Sin ninguna explicación ni motivo aparente. Selecciona indiscriminadamente y condena de forma acelerada a cada persona en la que se fija. Tuerce tu vida en el momento más inesperado y obliga a cambiar todos tus planes aunque, por suerte, cada vez esté más acorralada.

La enfermedad innombrable, que requiere de la mayor de las fuerzas en su lucha. Ahí está Lucía, plantándole cara con toda la rabia que una niña de siete años puede tener a unas «células malas», como le dicen los médicos, que hay que eliminar. Todavía le quedan muchos juegos de la partida más difícil de su corta vida, pero el apoyo que la está llegando la estará dando ahora todo el coraje necesario para no tirar la toalla. Ni ella, ni su familia.

Igual que en su momento miles de personas se movilizaran en busca de una médula para Valeria, que apenas era un bebé cuando tuvo que aferrarse a la vida, ahora lo hacen para colaborar con unos padres que han visto en un tratamiento experimental la luz que necesitan para no perder la esperanza. Aportaciones económicas, pero también infinitos mensajes de apoyo y detalles que solo buscan que el trago sea un poco más dulce para Lucía y para todos los que la rodean. Cariño que se convierte en optimismo. ¿Por qué no va a ser la primera en superarlo? Su dolencia no tiene operación, pero la terapia a la que se someterá en Barcelona hace que su familia tenga algo a lo que agarrase. Y a ella, con sólo siete años, le sobran ganas de vivir.
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