Lúa y Orión, el envés de un universo que enseñan los animales

Una perra de un joven villafranquino amamanta a una gata abandonada y se convierte en su madre sin compartir especie ni haber tenido nunca camada

Mar Iglesias
20/11/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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Rompiendo los esquemas de la propia naturaleza, la perra Lúa cambió su metabolismo para ayudar, sin mirar si a quien lo hacía pertenecía o no a sus congéneres. Con cuatro años, Lúa, la mascota del villafranquino Fernando Sobredo, no había tenido nunca camada y era una perra risueña y feliz «es una perra muy buena, una santa, aunque antes era más alocada», recuerda Sobredo desde su Ribadeo de residencia.

Enamorado de los animales, comparte casa, además de con Lúa, la perra que llegó a su vida tras una camada que tuvo su casero y en la que estaba ella, con otros tres gatos (dos gatas y un gato). Eso fue lo que hizo que llegara hasta su casa Orión. Ese es el nombre de la gatita abandonada que se encontró un amigo y que trasladó a Fernando Sobredo, buscando el apoyo de sus amigos gatunos «tenía algo más de un mes y necesitaba amamantar, pero mis gatos no querían ayudarla», explica Sobredo.

Fue cuando Lúa medió para salvar a Orión. «Los primeros días le daba leche yo con una jeringa, pero después vi que amamantaba de Lúa». Y dejó que la naturaleza siguiera actuando, pero Lúa comenzó a tener demasiada leche, y eso asustó un poco a su dueño «fui al veterinario para contárselo».

El veterinario, que nunca había visto un caso de estas características tan de cerca, reaccionó solicitando, en un primer momento, que ambos animales fueran separados, pero «se lo repensó y dijo que siguieran juntos. Me dio un tratamiento natural para los dos y siguieron».

Tres meses después, Lúa y Orión son madre e hija, separadas por la especie, pero unidas por una relación más que especial «ahora ya se distancian un poco, se dejan espacio», dice Sobredo, pero la vinculación sigue adelante, hasta el punto que Orión le sigue pidiendo leche de vez en cuando. Lúa para Sobredo es una perra muy especial que «ahora ha asentado un poco la cabeza. Ha engordado un poco y es menos loca, como una madre», dice.

Ahora el resto de gatos de la casa ya aceptan a Orión y todos forman una gran familia, en la que perra y gata siguen conservando ese instinto que un día les prestó la naturaleza para sobrevivir.
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