Los vilanos, la sapina y las tormentas

La pesca se ha complicado esta semana por causas naturales: la reproducción ovípara de los sapos, la dispersión de las semillas de los chopos y las tormentas

Rodrigo Prado Núñez
05/06/2020
 Actualizado a 05/06/2020
Los vilanos de los chopos dificultan la pesca en superficie. | R.P.N.
Los vilanos de los chopos dificultan la pesca en superficie. | R.P.N.
La pesca se ha complicado, esta pasada semana, por causas naturales. Estos días estamos comprobando como la pesca se entorpece por causas naturales y son tres los factores que están influyendo negativamente. Por un lado, la reproducción ovípara de los sapos, por otro la dispersión de las semillas de los chopos transportados por el viento y también por las fuertes tormentas. Y aunque los pescadores estamos acostumbrados, año tras año a sufrirlos, casi siempre nos sorprenden cuando nos hacemos al río. Son circunstancias naturales que el pescador tiene que comprender, aceptar y saber afrontar. Es por esto que la pesca de la trucha es la más buscada por los pescadores deportivos, nada es fácil, sin conocimientos y técnicas no se consigue ser exitoso en esta pesca tan apasionante.

La sapina

Con la llegada del calor los sapos salen de su letargo y se incorporan a la vida activa, así que pronto empiezan a croar para marcar su territorio y atraer a las hembras. Ellas cuando se cargan de huevos van en busca de ese macho que se subirá a su dorso y descargará su esperma según vayan soltando los huevos para fecundarlos. Luego, dependiendo del calor, en una semana o un poco más el renacuajo sale del huevo y se pone a nadar. Los renacuajos, que tienen su desarrollo indirecto, con la madurez perderán la cola y desarrollarán las patas en una metamorfosis que les cambiará de larva a sapo.

Los pescadores estamos acostumbrados a verlos por las orillas del río emparejados, y el macho, que es mucho más pequeño, subido a lomos de la hembra, este proceso recibe el nombre de amplexo. También a ver esas masas viscosas de cordones de huevos tendidos a lo largo de las orillas, pegadas a las piedras y a la vegetación acuática. Y esto es lo que produce el efecto de la sapina. Las truchas comen estos huevos que tienen una cobertura de gel que según la sabiduría popular les provocará irritaciones en la boca, de tal manera que picarán menos y se soltarán del anzuelo más fácilmente. Ningún río ni humedal se salva de este proceso natural que según los expertos también ha ido a menos.

Y la realidad es que en esos días la actividad de la trucha desciende y los pescadores lo notamos. También nos sirve de disculpa cuando nos ronda el fracaso… “claro están con la sapina.”

Los vilanos

A los pecadores nos gustan los chopos porque son compañeros firmes y silenciosos, nos dan sombra y refugio formando parte importante de la vegetación de ribera de todos nuestros ríos. Pero ya avanzada la primavera, en un proceso natural de reproducción, nos envuelven con esas pelusas blanquecinas que esparcen por todas partes con la ayuda del viento. Pescar en superficie estos días es desesperante, aparte de no ver la deriva de la mosca se pega ese “pelujo” en el aparejo y cada poco hay que entretenerse en limpiarlo, también hay que evitarlos para que no se te metan en los ojos y en la boca. Estos envoltorios blanquecinos y voladores que transportan la semilla de los chopos valiéndose del viento son los famosos vilanos, penacho de pelos y escamas, procedente del cáliz, que corona el fruto y las semillas de muchas plantas compuestas.Su cometido es diseminar la semilla y a este peculiar sistema de transporte aéreo se le conoce como anemócora. Esta práctica nada tiene que ver con el polen. Los chopos hembra, en esta época del año, desprenden tantos vilanos que a veces de la impresión de que estuviera nevando, pero lo más molesto es que estos vilanos se quedan flotando por el río a merced de la corriente. Así, con esta desagradable invasión, la pesca en superficie se hace muy dificultosa y son muchos los pescadores que esos días optan por pescar a otras modalidades. El pescador de caña, requiere paciencia y maña.

Las tormentas

Las tormentas, durante esta semana y en algunas zonas de León, vinieron acompañadas de relámpagos, fuertes lluvias y granizo. Lo que provocó, en algunos casos, la salida inmediata de las zonas de pesca.

La seguridad, ante todo. Como dejó escrito Miguel de Cervantes en boca de Sancho: «El retirarse no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza y de sabios es guardarse hoy para mañana y no aventurarse todo en un día».

El rayo es la parte más peligrosa de este mal tiempo. El ser sorprendido por una tormenta eléctrica en plena acción de pesca puede ser una experiencia aterradora. La caña, el agua y los árboles son buenos conductores y atraen a los rayos. Debemos alejarnos del agua y buscar un lugar más conveniente, el coche es un sitio seguro en estos casos mientras no se toquen los laterales y se mantengan las ventanillas cerradas, la caña la debemos de enfundar o incluso abandonarla. Si percibes que el rayo te puede alcanzar, lo notarás porque el pelo se te eriza y sientes un cosquilleo intenso en la piel, tírate al suelo de rodillas y dobla el cuerpo hacía delante, apoya las palmas de las manos en el suelo, junta los pies y aguanta la respiración. Ríos apacibles no hacen pescadores habilidosos. Buena pesca.
Archivado en
Lo más leído