Los vicios de la virtud

Pedro Ludena comenta la película 'Tár' de Todd Field

Pedro Ludena
03/02/2023
 Actualizado a 03/02/2023
Cate Blanchett es la directora de orquesta de la película ‘Tár’ de Todd Field.
Cate Blanchett es la directora de orquesta de la película ‘Tár’ de Todd Field.
‘Tár’
Director: Todd Field.
Intérpretes: Cate Blanchett, Nina Hoss, Noémi Merlant, Sophie Kauer.
Género: Drama psicológico.
Duración: 157 minutos.

El arte debe ser subversivo, debe cambiar nuestra percepción. ¿Pero puede el arte subvertir a su propio autor? ¿Dónde termina el artista y comienza su obra? Estas son algunas de las cuestiones que sugiere ‘Tár’, una película más interesada por plantearlas que por resolverlas, ya que, como toda obra de arte, la interpretación corre a cargo de quien la mira.
La trama nos pone en la piel de Lydia Tár, la directora de orquesta más laureada de su tiempo, quien estando a las puertas de alcanzar la cúspide de su carrera profesional, debe enfrentarse a los fantasmas que ella misma, con su despotismo y nepotismo, ha creado a lo largo de los años.

Empezaré diciendo simple y llanamente, características que la cinta no comparte, que ‘Tár’ no es un visionado fácil. Sus dos horas y media de metraje inician con los créditos, unos cinco minutos que los espectadores no solemos llegar a ver antes de salir de la sala o apagar la tele, pero a través de los cuales se te obliga a pasar a modo de preámbulo. Parecería que el artista viene antes que la obra. Finalizados estos, la película arranca con una entrevista a la protagonista, que se extiende alrededor de un cuarto de hora conversando sobre música, pura y dura, con un nivel de complejidad y técnica inaccesible para todo aquel que no haya estudiado varios años de conservatorio y que solo espectadores como mi antigua profesora de música, que por casualidad estaba en mi misma sesión, podrían llegar a disfrutar plenamente.

Llegados a este punto, está claro que el director Todd Field, quien no estrenaba un largometraje desde 2006, no se achanta ante un tema tan excluyente como es el virtuosismo de la música clásica, que puede abrumar a buena parte de la audiencia, capaz de apreciar lo exquisito y elaborado del arte que se presenta en pantalla, pero sin llegar a comprenderlo del todo. No obstante, el cineasta parece ponernos a prueba, forzándonos a sortear elevadas barreras cognitivas en forma de diálogos cargados de tecnicismos, solo para recompensar nuestra paciencia con pequeños destellos de humanidad entre tanto argot musical. Desvelando con situaciones cada vez más íntimas y personales, dejando atrás lo armonioso, que, tras esa fachada de excelencia, Tár esconde más defectos que virtudes, con los que es más factible empatizar que con sus conocimientos, desnudando escena a escena a una protagonista inabarcable, cuya evolución, como directora que es, marca el ritmo de la película.

Este desembarazo progresivo del argumento se ve reflejado no solo en el guion, sino en aspectos como la cinematografía. Desde que comienza, la estética de ‘Tár’ parece sacada de un catálogo de Ikea, mostrando el mundo impío en el que se ha instalado Lydia Tár, austero y libre de polvo. La paleta de colores es más que fría, helada, acaudillada por tonos grises y blancos apagados, que solo se rompe por el marrón de la madera de los conservatorios, donde la música insufla sentido a su monocromática vida. Debido a esto, las diferentes disrupciones que desestabilizan el statu quo de Tár destacan tanto por su color rojo: el bolso rojo de una amante, el abrigo rojo de la niña que acosa a su hija en el colegio o el pelo rojo de las jóvenes objeto de sus deseos sexuales. Con el paso de los minutos, mientras Lydia es desahuciada de su torre de marfil, su mundo se va pintando con colores más vivos, hasta dar con sus huesos en un ambiente mucho más colorido y vistoso, su infierno personal.

El otro gran indicador para medir este desarrollo del personaje es la magnífica actuación de Cate Blanchett, que se posiciona como la más que merecedora ganadora del Oscar a mejor actriz este año. Blanchett inicia retratando a una persona impasible y calculadora, que oculta sus abusos tras su poder e influencia. Pero, a medida que las repercusiones de estos le alcanzan, se delata su vulnerabilidad a las opiniones de los demás y a su propia culpa, que la acecha y le roba el sueño cada noche. Y solo cuando toca fondo es consciente del monstruo en el que se ha convertido, algo que la actriz de ‘Carol’ expresa explotando toda la emoción contenida hasta entonces, haciendo un alarde de su increíble talento, a la altura de las mejores intérpretes del cine.

Con todo y con eso, la música en ‘Tár’ no es una mera excusa para presentarte a un personaje y contar su historia entre bambalinas, como hacen la mayoría de ‘biopics’ sobre bandas y músicos, sino que es una parte esencial de esta. Uno no puede separar a Tár de su música ¿o sí?. Este dilema es la piedra angular de la cinta, que se plantea, ya desde su segunda escena, si podemos disfrutar de la obra de un genio, como Bach, Plácido Domingo, Schopenhauer, Roman Polansky o la propia Lydia Tár, a pesar de que dichos autores adolezcan de defectos personales que no se pueden pasar por alto. También pone de relieve la dudosa credibilidad de las acusaciones en un mundo donde es más fácil que nunca juzgar a las personas a través de las redes sociales, donde la realidad es distorsionable y, a menudo, engañosa. En un momento dado se menciona que una acusación hoy en día te convierte automáticamente en culpable. ‘Tár’ juega con sus notas y sus silencios a discutir estos temas consigo misma, pero sin tomar partido definitivamente. ¿Hasta qué punto puede uno identificarse con una obra sin hacerlo con su autor?¿Que tan reales son las acusaciones contra Tár?. Es el espectador, con su batuta moral e intuitiva, el que debe hacer suya la intención inicial del autor, orquestando su propia visión.

En conclusión, ‘Tár’ no es una película ligera, sino un refinado y preciso estudio de personaje que ahonda en el declive de una genio con un armario repleto de esqueletos, al fondo del cual, además de descubrir y juzgar la ética y la psicología de la artista, uno puede acabar descubriendo y juzgándose a sí mismo.
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