Los personajes del tío Ful: Santos González, de Caldevilla de Valdeón

Santos vive mirando a su valle, del que le ha tocado estar lejos, primero en la guerra en Sidi Ifni, después fue pastor ‘borreguero’ en Estados Unidos y ahora hostelero en León

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
17/11/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Santos habla con la voz pausada y tranquila de la gente buena; sonríe al ver las fotos de su valle de Valdeón que recogen nevadas y momentos duros porque en sus casi 83 años lo ha visto casi todo.

Y lo ha vivido todo.

«Pasé la infancia y la juventud allí, en mi pueblo, en Caldevilla, ya sabes lo que hay, nieve, trabajo, ganadería...» hasta que llegó ese momento de ir a la mili, que fue como el arranque de una etapa de nuevos horizontes. No es bueno el recuerdo de su estancia en el Ejército... «me tocó la guerra de Sidi Ifni, unos cuantos meses allí, en unas condiciones muy duras, viendo cosas malas...».

- ¿Te apuntaste?
- Me mandaron. Te decían para aquí y para allí tenías que marchar.

Me tocó la guerra en Sidi Ifni, aquello era muy duro pero te mandan... y al regreso marché para Estados Unidos a cuidar grandes rebaños, todo el día solo en un enorme valleA su regreso se le pasó por la cabeza otra aventura también muy vinculada a su valle de Valdeón. Eran los tiempos en los que muchos habitantes de aquella comarca se fueron a Estados Unidos como pastores de grandes rebaños, los borregueros les llamaban. «Yo tenía un primo allí y había otra mucha gente de Valdeón; y como aquí no había gran cosa...».

- ¿Cómo era aquel trabajo?
- Duro, sobre todo solitario. Estabas tú solo en un valle, con un gran rebaño, yo llegué a cuidar de 3.000 ovejas, y no veías a nadie en todo el día, un día tras otro.
- ¿Cuánta gente de Valdeón se fue a este trabajo?
- Más de 200, en distintos estados, fuimos muchísima gente.

Aguantó cuatro años y regresó. Se casó y montó un restaurante en León al que llamó, ¡cómo no!, Picos de Europa. «Y aquí estamos, ahora el hijo. Fue difícil, me engañó un socio, pero salimos adelante. Y nada más que tenemos unos días pues para Soto de Valdeón, el pueblo de la mujer».

Y es la memoria viva del valle, que recorre en fotos en las que conoce a todos, recuerda los lugares... y sonríe.
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