Los personajes del tío Ful: Quico, el molinero de Canales

Sigue viviendo en el centenario molino que aún muele, también funciona la fábrica de la luz y la serrería, un rincón mágico en Canales... El molino de Quico y el molinero

Fulgencio Fernández
10/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Además de un histórico molino el de Quico el de Canales es un rincón mágico, como todos aquellos que se asientan a la orilla del río, como los viejos molinos que el dueño cuida con tanto mimo que en cuanto se lo pides echan a andar las tres piedras, pero a su vez se van encendiendo las bombillas al abrir la compuerta del agua que da vida a la fábrica de la luz, la que iluminó durante décadas a Canales y La Magdalena —que llamaban la luz de Kico— y al fondo está la serrería, también en disposición de volver a la vida, como las históricas bicicletas con minimotor que podrían recorrer la comarca. Y como porteras de este paraíso de 3 viejos oficios, 3 ocas en el río que bien parecen mastines a la hora de cuidar el molino de Quico, que como dirían los viejos negocios es Casa Fundada en 1913.

Lo recorre su dueño recordando con una sonrisa tantos sudores. "Era de mi madre, llevaba 11 años sin funcionar, y me pasé semanas cafuñando aquí y allá, metido en el agua para que arrancaran los aparatos... échales Coca Cola, me decían, están buenos ellos".

Y funcionó, bueno es Quico. Las piedras de moler fueron llenando las pilas de pienso para ganado, harina para el pan... "No te imaginas las colas que había a la puerta; carros, mulas cargadas, gente que venía de toda estas comarcas, Omaña, Babia, de Lago, Villayuste, Soto y Amío, Viñayo, Cuevas, Benllera, Carrocera... uff".

Y la fábrica de la luz, en cuanto el cuadro de mandos detectaba una avería había que marchar a repararla. "Atendí a Canales y La Magdalena casi hasta 1980, entonces como no había contadores y se pagaba por bombillas. Ponía un regulador y si tenían dos bombillas y pagaban por una pues se apagaba el invento". Y añade: "La gente de antes sabía lo que hacía, ves el molino funcionando y son todo inventos artesanales".

Por eso le gusta que vayan a verlo, porque sigue siendo un molino en el que deja muchas horas de trabajo para que sea lo que siempre fue, un molino. "Me encanta enseñárselo a los niños, pero no me ponen más que trabas y problemas". Faltaría más.
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