Los personajes del tío Ful: 'Pochi, la comadrona de Laciana'

Se llama Esperanza pero es Pochi para todos. En ella pusieron la esperanza de un parto feliz casi 3000 lacianiegas y todas nacieron bien. Una mujer entrañable

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
16/06/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Hay entrevistas que te dejan una sensación que no se puede explicar, de haber estado con una mujer buena, querida y feliz con su vida. Y ella, Pochi, te lo trasmite, seguramente, cuando te coge la mano para sentirte pues prácticamente no ve nada. «Acabo de cumplir 90 años y he sido matrona, comadrona, hasta mi jubilación. No hay profesión más bella que esta, traer niños al mundo, no te puedes imaginar la alegría que te invadecuando vas por la calle y alguien se detiene a hablarte para decir que yo la traje al mundo o que traje a su hija. No lo sé explicar pero es muy bonito».

Y a todos los que se detienen a hablar con ella les repite que si la encuentran por la calle que le hablen, «porque yo no las puedo ver», que le hace mucha ilusión. «Yde la mayoría me acuerdo, en cuanto me dicen el pueblo, de quién son hijos... ya me acuerdo».

- ¿Cuántos hijos has traído al mundo?
- Alguna vez nos hemos puesto a echar las cuentas y nos salen bastantes más de dos mil, casi tres mil. Desde los 19 años hasta mi jubilación y en unos años (desde 1947 hasta 1993) en los que en este valle vivía muchísima gente y sólo iban al hospital en caso de mucha necesidad.

Ella recorría los pueblos. «Nunca olvidaré un Dos Caballos que tuve, era buenísimo para la nieve, llegué a los sitios más insospechados, con grandes nevadas. Y otras muchas madres venían a dar a luz en mi casa, los maridos iban para la mina y se sentían más seguros dejándolas en mis manos».

Pochi se llama Esperanza Castro pero le gusta que le llamen Pochi, nació en Villaseca y vive en San Miguel. «El apodo me viene desde niña, de mi padre, y la gente me lo dice con cariño por lo que me gusta... ¿Qué importa el nombre? Lo que importa es que me dicen después y no me puedo quejar, siempre es muy agradable».
Y te vuelve a coger las manos. «Ven cuando quieras».

Un placer. La verdad.
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