Los personajes del tío Ful: Marzán, cabreirés de Pombriego

Cabreirés, emigrante en varios países, hostelero en una histórica ferrería, agricultor y, sobre todo, excelente conversador, contador de historias... "aquel cura..."

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
14/04/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Si atraviesas Cabrera Baja, Pombriego, no deberías abandonarla sin hablar con Marzán, sin escuchar lo que te cuente este cabreirés tranquilo, al que el médico dice que tiene muy pocas pulsaciones y acierta pues no se inmuta por nada, sigue a lo suyo, con el carretillo o arando las patatas con el burro. Y con mucha sorna: «Si veo que no me activo escucho a Federico Losantos o a Marhuenda y ya me altero», dice con su tradicional sonrisa al biés y su cara del buen paisano que es.

Cabreirés de nacimiento con algo de sangre gallega, emigrante en varios países –«haciendo lo peor, como pasa siempre a los emigrantes»–, hostelero en una vieja ferrería... y excelente conversador, lleva en su memoria todas las historias de aquellas tierras...

– ¿Oíste hablar de la Partida de Girón? Pues por aquí andaban todo el día, bajaban a esa casa, la del cura.
– ¿La del cura?
– Sí, claro. Era muy bueno aquel cura. De noche atendía a los de Girón por la mañana a la guardia civil, para que no hubiera problemas. Era buena persona, bueno, le gustaban las mujeres, pero eso no veo yo que sea mala cosa; además no era tonto, le gustaban las guapas.

Y recuerda a Carnicer, cuando pasó por allí para escribir el libro. «Era yo un chaval, era muy alto. Han vuelto a sacar el libro –‘Donde las Hurdes se llaman Cabrera'– pero me gustaba más el primero, que venía él en la portada con el perro».

También sabe de las andanzas de Antonio El Ruso, «que dicen tantas cosas de él, pero no le quedó otro remedio que defenderse en el monte, como los lobos...».

Un pozo sin fondo de historias. Un buen paisano, tranquilo, que lleva en su memoria a su tierra, Cabrera, y a sus gentes: Marzán.
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