Los personajes del tío Ful: Marcelo Alcalá, de Valderas

Fue niño pastor, como tantos, porque así era la vida de entonces. Tuvo diversos trabajos, con un denominador común, tener tiempo para leer y escribir, su pasión

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
01/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Este jueves estaba en el Ágora de la poesía, leyendo los poemas de su libro. Es su último descubrimiento, «trabajaba en Mansilla y Morala me habló del ágora... y aquí he encontrado un grupo de gente maravillosa, que te ayudan sin preguntar».

Pero es solamente el final del camino, el lugar donde encontró gente con sus mismas pasiones —la lectura y la escritura— al que llega con un amplio bagaje personal.

Marcelo Alcalá vive en Valderas, aunque nació del otro lado de la raya, en la localidad zamorana de Castroverde. «En una familia modesta, muy modesta... con 11 años ya tuve que dejar la escuela para ayudar en casa, mis manos infantiles ya eran necesarias para cuidar el ganado». Y lo explica: «No quiero que parezca que hablo de un niño explotado o cosas así, ni mucho menos, era la realidad que había en una familia numerosa y modesta; en la mía y en tantas otras».

- Siendo pastor y acabando de poeta te habrán preguntado muchas veces por Miguel Hernández.

- Es inevitable, pero debo decir que yo ya escribía antes de ser pastor, desde siempre. Y leer más, recuerdo que cuando estaba con las ovejas buscaba en las cunetas a ver si encontraba alguna revista, de lo que fuera, con tal de leer.

Se marcó una fecha para dejar el mundo del pastoreo, cuando fuera a la mili. «Pero pocos meses antes mi padre sufrió un accidente que le dejó en silla de ruedas y había que estar allí, ¡cómo no!».

Y pospuso el abandono del rebaño hasta otro memento que no ha olvidado: «Cuando las lácteas bajaron el precio del litro de leche de oveja de 100 pesetas a 60 me dije, hasta aquí llegamos, siempre he soportado muy mal estos comportamientos. Y eso que nos había ido bien, mi padre nos dejó 160 ovejas y cuando lo dejé teníamos más de 1300, pero...».

Tuvo después diversos trabajos y un accidente que le ha mandado a la jubilación... de ahí que la poesía haya encontrado ahora más tiempo en su vida, con los dolores del accidente.
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