Los personajes del tío Ful: Lucía, cocinera y poeta

Creció en un bar, hacía los deberes con los clientes de su padre y ahora es cocinera lejos de casa. Escritora, fiel del Ágora de la poesía, regala versos bajo los platos

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
11/11/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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A veces, cuando Lucía ha tenido, los comensales del bar de Matueca se encuentran un poema o una reflexión debajo del plato o de la servilleta. Uno diferente para cada uno. Los ha dejado allí la cocinera. «Ya me gustaría poder ponerlos todos los días, pero no siempre hay tiempo, esta profesión requiere muchas horas. Lo suelo hacer en las comidas por encargo, que ya sé el número con tiempo y demás».

Lucía es todo vitalidad. Sabe lo que es un bar de pueblo, desde que nació pues «mi padre tenía uno en Puente Almuhey, que ahora lleva mi hermano».

– ¿Sois especiales los niños que crecéis en los bares?
– Habrá de todo, pero somos diferentes, tratas con mucha gente... Yo también fui de las niñas que hacía los deberes en una mesa del bar, preguntando, jugando...

Tiene otra pasión, que hace compatible con la profesión, la literatura, la poesía, la reflexión. Cuando puede escribe. «Muchas veces, haciendo la comida, entre pucheros, se te viene una idea a la cabeza. Cojo una servilleta, la apunto y en casa por la noche saco los papeles y me pongo a desarrollarla. Ahora me han publicado tres cosinas en un libro, Pretérito imperfecto, me hizo ilusión».

Fiel del Ágora de la poesía, en la plaza de San Marcos los últimos viernes de mes, no se echa atrás porque llueva o nieve, «a veces en invierno somos cuatro, pero a mí me gusta ir, no siempre leo, es muy interesante escuchar».

– ¿Y el plato estrella de la casa?
– El cocido, lo damos todos los días del año.
– Ahora será la temporada alta.
– No creas, cuando más lo piden es en agosto.
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