Los personajes del tío Ful: Julio 'El Rebeco'

Uno de esos tipos irrepetibles en cada comarca, del que se cuentan una y mil historias, como la real de que sigue subiendo a los tejados con 78 años... y para seguir

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
26/10/2019
 Actualizado a 26/10/2019
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Cuando entras a un bar no hace falta mirar a ver quién está para saber que uno de ellos es Julio ‘El Rebeco’. Hay risas, hay discusión, no hay prisa y escucharás a alguien que para mostrar su extrañeza ante lo que le dicen repiten: «¡Ay madre, ay madre, ay madre!».

Es apodo el de El Rebeco pero admitido por Julio, que en la puerta tiene aparcado el Land Rover que lleva en la puerta rotulado Construcciones El Rebeco. Valdelugueros.
- ¿Y eso de El Rebeco?
- Porque seré el que más rebecos cacé de esta provincia.
- ¿Cuántos?
- En tres mil dejé de contar.
- ¿Y furtivos?
- Casi todos.
- A ver si vas a la cárcel...
- Dicen que no se come mal. Y a mi edad, qué me quieren allí.
- ¿Vas para los ochenta?
- Voy.
- Y todavía estás en activo de las dos profesiones, ganadero de yeguas y albañil.
- Y para seguir, en los tejados todavía no hay quién se maneje como yo. En agosto montamos uno de 200 metros.

Cuenta y no para aventuras por todas partes donde pasó, en su Piedrafita natal, en Valdelugueros donde vive ahora. Pocas cosas le detienen. «Tuve la primera moto de la comarca, una Ossa, y también el primer coche, después de los de la empresa Reyero, claro, que se dedicaban a ello. Yo también me dediqué algo al taxi, ¡ay si el R-10 aquel que tuve hablara!».

- ¿Qué iba a contar?
- De todo. Cuando llevaba y recogía a todas las mozas de un pueblo que iban a una fiesta, unas por encima de otras para poder llevarlas a todas...
- Pero de ti la leyenda que más se repite es que engañaste a un cura en temas de dinero.
- Fui el primero en hacerlo. Se creía muy listo y venga con el contrato y no sé cuántas cosas, pero la vida también te enseña mucho y... cosas que pasan, ¡ay madre!, ¡ay, madre!
- ¿Y lo de las yeguas con estudios universitarios?
- Fue un año que nevó pronto y tuve que bajar las yeguas y las dejé en aquellos prados de la Universidad, que no decían nada, que si pensaban que serían de la Facultad para prácticas... hasta que ya me avisaron que las tenía que sacar. Y les dije: Tendréis que dejarlas que acaben el curso.

El Rebeco. Irrepetible.
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