Los personajes del tío Ful: Isidoro el panderetero

Jubilado después de muchos años como taxista encontró en la música –panderetero–la mejor ocupación a su tiempo libre. No se hace "de rogar" para coger el instrumento

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
25/08/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Entonces, ¿qué toco?» pregunta Isidoro el de Quintanilla del Monte con la pandereta en la mano y el pandero esperando al lado.

- ¿Queríamos hablar?
- Se habla, ¿pero no quedaría más bonito que primero tocara tres o cuatro piezas, cortas no se preocupe?
- Venga, dale.

Y feliz se pone a tocar la pandereta y cantar unas coplas. Por él ya no se detendría pues se le ve feliz «con la música puesta».

Los dedos con algo de artrosis delatan los más de 80 años que Isidoro lleva con evidente alegría y cómo se arregla para seguir practicando lo que se ha convertido en su pasión: tocar y cantar, pandero y voz, que, dice él, «puedes ensayar solo y no necesitas buscar a nadie para ponerte a ello».

- ¿Tocaste toda la vida?
- No. Mientras trabajaba no tenía tiempo pero ‘en cuantas que me jubilé’ ya lo cogí con muchas ganas».

Isidoro, como tanta gente de la comarca, se fue a buscar la vida a León, donde trabajó muchos años de taxista, en la parada de Ramón y Cajal. «En el taxi ves mucha cosa, si yo te contara, pero ya no es lo mismo que era. Hacíamos muchas horas pero habrá que sacar la familia adelante».

Pero «’en cuantas que’...» cogió los bártulos y para Quintanilla del Monte; un pueblo que merecería un estudio en profundidad de la tradición musical y de bailes, de los grupos, de la cantidad de gente que sabe tocar, cantar, bailar... «La verdad es que sí y pronto me animé. Nos salen actuaciones por todas partes, hemos ido a muchos sitios, incluso fuera de la provincia, y más que nos quedan por ir».

Pero no es hablar lo que más le gusta a Isidoro y pronto te pregunta «¿y por qué no tocamos otra, aunque sea corta?».
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