Los personajes del tío Ful: Esmeraldo Oteruelo, chef

De Pozos emigró con 15 años. Cocinero de hoteles de cinco estrellas en Canadá, Yakarta, Singapur, Hon Kong, Filipinas, Taiwan... ha regresado a Pozos y allí enseña cocina exclusiva

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
22/09/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Esmeraldo Oteruelo ha regresado a Pozos, su pueblo cabreirés, y ha encontrado la misma paz que trasmite cuando habla, cuenta o recorre las calles casi vacías del pueblo donde nació, recordando quién vivía en cada una de ellas, a dónde se fue, si regresan... «Esta es de un general de cuando Franco, la estaba arreglando para volver pero murió y sus hijos...».

El propio Esmeraldo un día se fue, con 15 años. «Aquí ya sabes lo que había, cuidar las cabras, las ovejas, arar la tierra y no saber nada del mundo, aislados. Pero éramos felices, en Pozos, con la familia». Pero había que buscarse la vida y le salió ese gen cabreirés, el del relojero Losada, el de los pescaderos en Madrid... y con 15 años, se fue atrabajar en una carnicería, «repartía por todo Madrid, en tren».

A Madrid fue a «la buena de Dios» y su espíritu aventurero no acabó allí, después se fue a Suiza «y no sabía ni una palabra de francés», más adelante a Canadá «y no sabía ni una palabra de inglés... y ya no te cuento en Singapur o Hong Kong, donde además de los idiomas tenía más de cien trabajadores a mi cargo en la cocina de los grandes hoteles para los que trabajé».

Porque antes de la moda de los cocineros estrella y los programas de televisión de cocina –de los que no quiere hablar– este cabreirés errante se hizo con un nombre en el mundo de la cocina. «Me formé en Suiza, España y trabajé después en Canadá, Indonesia, Singapur, Hong Kong, Filipinas, Taiwán o China, siempre para hoteles de cinco estrellas, o abriendo nuevos restaurantes».

- ¿Y de Cabrera?
- Hice cocina internacional, pero siempre llevé conmigo la cocina española, el aceite de oliva...

Y en 2010 regresó a Pozos, a la infancia y los recuerdos, a la paz. Su mujer Laura creó Esme Tours, arregló una preciosa casa, trabajaron una gran huerta llena de productos locales y allí recibe a pequeños grupos de cocineros de todo el mundo con los que trabaja «unos días —con productos de nuestra huerta, pan de aquí, corderos de Cabrera, etc—, caminamos, y descubren esta comarca, pues defendemos el movimiento Slow Food, el turismo responsable con impacto ambiental bajo, para mostrar y preservar este rincón».
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