Los personajes del tío Ful: Clara, de Puebla de Lillo

Ella insiste en que "trabajé mucho" pero, añade, "como todas las mujeres de aquella época". Y no le faltará razón, pero Clara es uno de esos ejemplos que merece mucho la pena conocer

Fulgencio Fernández
29/01/2022
 Actualizado a 29/01/2022
671054583
Ocurre muchas veces. Vas a cubrir una noticia y a la sombra de ella encuentras otra, más anónima pero no menos importante. En la feria de Lillo se homenajeó, con todo merecimiento, a David ‘El rubio’ y en casa, atenta a las faena, se quedó Clara, su mujer, atizando el fuego del hogar, cocinando...

En la conversación de ambos, en sus recuerdos, vas descubriendo a una de esas mujeres hechas de otra pasta, irrepetibles. «Muchas veces, en la época de la hierba, ellos se quedaban en el valle de Illarga a dormir, para empezar pronto a segar. Yo pasaba la noche haciendo cosas, preparando todo lo de casa, y al amanecer marchábamos para el valle con el carro. Aprovechaba para dormir, ya podía dar saltos que a mí no me despertaba».

Quedé con Clara. Ella insiste en que «qué te voy a contar, yo no soy noticia» y lo repite cuando vamos a verla aunque acepta que fueron unas trabajadoras extraordinarias para casi ‘disculparse’ con una justificación que repite varias veces en la conversación: «Que sí, que he trabajado mucho, claro que sí, pero como tantas mujeres de aquellos tiempos en esta tierra». Y se pone a repasar la dureza de los tiempos, el cambio de vida cuando llegaron las segadoras y tractores, las mujeres de Lillo y aquellos pueblos que, como ella, atendían la casa y el ganado. Se tranquiliza y va abriendo un desván tan lleno de recuerdos como de actos propios de mujeres como ella, de otra pasta. «Hace unos años desperté un día porque olía a humo y estaba prendiendo la caldera, primero me puse con calderos y después ya enchufé la manguera y lo apagamos... Podía haber ardido toda la casa».

Sólo es un ejemplo. Escuchándola va desgranando uno tras otro y, además, con buen humor. Le gusta estar cerca de la lumbre, «que hace mucha compañía» y reñir con el gato, que anda por allí haciendo de las suyas. «Así no tengo que reñir con David».
Lo más leído