Los personajes del tío Ful: Aurora Medina, de El Valle de las Casas

Ha hecho de su casa, junto a su marido fallecido, un verdadero museo etnográfico con las puertas abiertas para quien quiera ir a visitarlo

Fulgencio Fernández
09/07/2022
 Actualizado a 09/07/2022
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Llegamos a la verja de entrada, estamos mirando al interior y se escucha una voz clara: «Pasen, la puerta está abierta».

- ¿Nunca preguntan quién va?

- No, la frasede esta casa es pasen, la puerta está abierta.

Aurora cumplió noventa años —el 17 de mayo en El Valle de las Casas— y lo celebró como acostumbra desde hace años, invitando a los vecinos. Esa filosofía de buena vecindad y puertas abiertas es la que aplica también en esos bajos de la casa que se han convertido en un gran museo etnográfico, impagable, con piezas de lo más diversas. «¿Qué cuántas hay? Pues no sabría decir una cifra exacta pero así por lo alto la última vez que hicimos una especie de recuento eran más de cinco mil».

Una filosofía de puertas abiertas que viene a ser, a su vez, un homenaje constantea su marido, ya fallecido y que fue quien «se pasó más de media vida coleccionando todo tipo de aparatos, aperos, cosas de labranza, de comercios, de oficios... de todo. Y después los cuidaba y los documentaba, que lo llevaba todo apuntado en un libro. Ahí está todo, las que ledaban, las que compraba, las que recogía... todo». Una gran colección en la que una de las piezas que más llama la atención es una máquina «para hacer hostias» que, además, «hizo muchas pues era propiedad de un cura, don Miguel Tejerina Tejerina» y bromea con el doble sentido de la palabra. «Salieron más hostias de esa máquina que dio mi hermano en los rings de lucha libre en los muchos años que practicó este deporte». Y es que Aurora es hermana de Benedicto Medina, que practicó en sus inicios la lucha leonesa pero dio el salto a la lucha libre en Madrid y Asturias, fundamentalmente, con el apodo de ‘El Gorila Leonés’. «Tenía una fortaleza exagerada, te levantaba al aire como un paquete de caramelos. A una hermana y a mí nos cogía debajo del sobaco como plumas y un saco de mies parecía en sus manos una hoja».

E insiste Aurora en que, junto a su hija, siempre que estén en el pueblo «las puertas estarán abiertas para quienes quieran disfrutar de este gran legado».
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