Los pastores 'de domingo'

05/03/2020
 Actualizado a 05/03/2020
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Las gentes que a la vida le piden un día de descanso de vez en cuando, un vino y charla con los amigos, la partida de cartas si se pudiera y tal vez un rato jugando a los bolos... cuando disfrutan de estos privilegios obreros se levantan a buena hora, se mudan y se visten de domingo.

Tal vez el día no sea domingo, pero lo significa. Echan una última mirada furtiva al rebaño, hablan con los mastines, se encomiendan a los careas y emprenden el camino del pueblo más cercano, tan solo por unas horas.

Ahí tienes al pastor vestido de domingo un sábado cualquiera. Sacó de la cajonera del chozo el sombrero nuevo que algún visitante le llevó y no quiere exponer a los diarios golpes de sol y agua por la majada; se colgó ese bolso en el que mete todas las cosas que habitualmente lleva repartidas por los bolsillos de la chaqueta –la navaja y otros accesorios propios de su oficio–; vistió sobre la camiseta blanca la camisa de cuadros propia de las gentes de monte y naturaleza... Un pastor vestido de domingo.

Y se encontró en medio de las celebraciones donde él era la referencia de los que querían saber; respondiendo a las preguntas de cómo fue el mundo de los pastores, los rebaños, las ovejas y la lana; cómo se hacía la trashumancia; cuántos oficios hay dentro de un viejo oficio; cómo aprende uno a interpretar las nubes y los vientos; cuál es el misterio para saber entender la soledad; cómo aúllan los lobos en la noche o cómo gritan los ciervos en la berrea...

Y habló sin darse cuenta de que el sabio era él, sin querer reconocer que todas sus respuestas llevan una impagable carga de vida vestida de domingo.
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