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Los pantalones del obispo

12/09/2021
 Actualizado a 12/09/2021
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«Ya no se puede creer en nada», declaro solemne, como hacía siempre, la mi Juanita de la fonda de Pontedo cuando descubrió casualmente que «el señor obispo de Oviedo, que aspira a ser Papa para España, llevaba pantalones debajo de las faldas».

Entendía ella que un señor obispo que no aguantara el tirón a falda limpia, como hacía cualquier mujer de la época, no era muy de fiar, como las gentes de ducha diaria. Fue para ella terrible aquel descubrimiento que hizo cuando el señor obispo acudió a los montes de Pontedo a recoger te de peña, como hacía cada año pues, explicaba la mi Juanita, «se lo llevaba a los curas de los que era Gobernador porque el te de peña es muy bueno para las cosas de lo bajero». Ahí vosotros tenéis derecho a la libre interpretación de la frase en lo tocante a lo bajero, la otra parte tiene explicación porque la Mi Juanita era muy de señores gobernadores, que no quiero ni pensar en lo que diría si se entera que ahora son subdelegados. Cómo qué. Los señores gobernadores siempre fueron «los prencipales», que decíamos en los pueblos cuando venían a inaugurar la traída del agua ¿Quién va a llamar a inaugurar nada a uno que es sub?, a mí no me joder que las autoridades tienen que tener una prosapia, como la tenía el señor obispo de Oviedo, que aspiraba a Papa de España, aunque eso de que llevara pantalones debajo es un disgusto tremendísimo. O más.

Vuelvo al suco, que me esnorté. Resulta que ella le vio los pantalones cuando se levantó las faldas para agacharse a coger el te y sujetó las faldas con un cinto de tela que llevaba en la falda. Rompió la magia de aquel momento en el se alineaban en línea recta el sol, la peña del Pico El Huevo y el hueco de las piernas del señor obispo... Esto se lo voy a mandar al ingeniero David Gustavo López a ver si esa línea recta enfoca directamente al Santo Grial de San Isidoro, que tengo para mí que sí están alineados.

El milagro está escrito.

Y lo que no puede ser es que todo se estropee porque el señor Obispo de Oviedo traiga pantalones. Bueno, y que ya no haya Gobernador.
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