jose-miguel-giraldezb.jpg

Los pactos impactantes

08/06/2015
 Actualizado a 18/09/2019
Guardar
Hay que reconocer que los últimos resultados electorales han provocado cierta movida. Todo parece más volátil, pero también más animado, porque no debe confundirse la solidez con el inmovilismo. Todo fluye, ‘panta rei’, que decía Heráclito, y está bien que así sea. La fluidez es más interesante que la cacareada estabilidad, si estabilidad significa adocenamiento. Nada más estable que el diálogo, la mezcla, la diversidad, la búsqueda del consenso. Dicho esto, los pactos impactantes (algunos todavía se están pellizcando) se abren camino en la última semana, y hemos asistido a las primeras declaraciones de los candidatos in péctore de Madrid y Barcelona, iconos de este nuevo tiempo. Hemos asistido también (es un decir) a las primeras cenas o meriendas de los pactantes, que se reúnen en secreto (¿por qué en secreto?) para medir las fuerzas y observarse, no tanto para hablar de cosas con fundamento. Hay candidatos que se ven por primera vez, más allá del universo del plasma. Pedro Sánchez se ha reivindicado como gran bisagra, mientras Rivera intenta calmar la pasión pactista, como si se tratara de una novia esquiva. Iglesias también se ha reunido con Sánchez y dice que le ha parecido buen chaval. Las primeras citas es lo que tienen, ya lo dijo Carmena, símbolo mediático de un Madrid post que va a vivir una nueva movida, no sé si en Malasaña. Dijo Carmena que las reuniones eran importantes, porque así son las cosas cuando dos personas están empezando a conocerse. Vimos el otro día su llegada a Bankia, para ver a Goirigolzarri: morbazo total. Carmena desmitifica el poder, quita hierro al asunto, lo desviste de solemnidad. La tarea no es fácil, porque hay que atender todas las sensibilidades. Pero Madrid tiene la gran oportunidad de construirse como vanguardia europea, como núcleo de la nueva cultura y de la nueva narrativa del sur moderno, sin complejos, dejando de lado la soberbia algo garrula del billetamen sobre todas las cosas. La movida siempre es contracultural, necesita desvirtuar el lenguaje, crear nuevas atmósferas, librarse de los ropajes de otro tiempo. Poner en hora el reloj de la Puerta del Sol. Los pactos del impacto se abren camino en esta última semana de confesiones generales. El miedo suena a algo viejo, es cierto, pero pactar por pactar es tontería. Iglesias y Sánchez sólo comieron tortilla, pescado y ensalada. No quisieron pecar de glotones en el primer envite, son chicos a dieta, aunque abominan de la austeridad impuesta. A ver si podemos mejorar ese menú. Y esperemos, eso sí, que todo esto no acabe siendo el pacto de los montes. Sería imperdonable.
Lo más leído