22/11/2018
 Actualizado a 12/09/2019
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Cada vez que se pone el sol mi raciocinio entra en un proceso de bucle intentando asimilar y entender todo lo que ha leído, escuchado y visto en los medios de comunicación desde que la luna se fue a dormir y los primeros rayos de sol despertaron no sólo a los gallos de granja, sino también a los gallitos que deambulamos por el corral de calles y aceras de cemento.

Mis neuronas intentan interconectarse unas con otras para que la humilde masa gris que habita en el interior de mi calavera me dé una respuesta comprensible a las contradicciones, manipulaciones y sin sentidos que nos regalan diariamente muchos de nuestros dirigentes. Si al menos fuera como el día de la marmota del anuncio de este año de la Lotería de Navidad me conformaría, porque al fin y al cabo los que estamos al otro lado sólo tendríamos que sufrir los mismos insultos a nuestro intelecto y poco a poco nos iríamos inmunizando. Pero la realidad es más terrorífica, ya que cada día somos sometidos por los otros a nuevos rejonazos, que tienen más efectos negativos en nuestras neuronas que la ingesta descontrolada de alcohol.

Ante esta disyuntiva no ceso en buscar posibles explicaciones que den una respuesta mínimamente creíble a la pregunta de por qué está ocurriendo esto y cómo hemos llegado hasta aquí. Hace unos días me enseñaron un meme en el que se podía ver las similitudes entre Donald Trump y su esposa Melania con los personajes de la mítica serie V, en la que unos lagartos adoptaban apariencia humana para invadir nuestro planeta. A veces lo había pensado pero siempre desechaba la idea, aunque quizás sea una opción y resulta que algunos de nuestros políticos vienen del espacio exterior y bajo forma humana intentan colonizarnos y por eso da la sensación de que vivimos en mundos diferentes. No hay más que escuchar por ejemplo las intervenciones de los supuestos lagartos en los mítines de las elecciones andaluzas o a la lagartija, porque no llega ni a lagarto, del impresentable Gabriel Rufián para constatar que vivimos no sólo ya en mundos diferentes, sino en universos distintos. En V se descubría a los impostores porque si les arañabas la piel entonces veías las escamas verdes que demostraban que bajo un aparente ser humano había un lagarto cuyo principal objetivo era convertirnos en su comida diaria. Cuidado, esto no pretende ser un llamamiento para que arañemos en la mejilla a nuestros mandamases para ver si debajo hay carne humana o de otro tipo, pero no estaría de más que estuviéramos pendientes de actitudes extrañas. Aunque ciertamente ahora ya no consideramos nada extraño, porque hasta lo más irracional y carente de fundamento ha adoptado el aroma de normalidad.

Para los que la teoría de la invasión de unos lagartos extraterrestres no sea muy convincente, a lo mejor se decantan por otra posibilidad no tan salvaje pero sí más macabra. ¿Y si resulta que Amenábar, como buen observador que debe ser todo director de cine que se precie, no hizo más que plasmar en su filme ‘Los otros’ lo que realmente está sucediendo en nuestra sociedad? ¿Y sí políticos y votantes creemos vivir en la misma realidad cuando realmente estamos en dimensiones paralelas que sólo coinciden cada cuatro años o cuando el presidente de turno decide convocar elecciones? Ahora bien, el problema es adivinar quiénes son realmente los otros, quiénes están muertos y no lo saben y quiénes están vivos y conviven con las molestias originadas por los muertos. ¿Los votantes somos como Belén Rueda y sus hijos, que sin saberlo estamos muertos, o quizás sean los políticos los que pasaron a mejor vida pero que a pesar de eso nos siguen incordiando? No sé ustedes, pero dudo de si quiero saber la respuesta, no sea que descubramos que para mas inri a pesar de que estamos muertos no nos dejan ni descansar.

Habrá más teorías que intenten explicar la distancia existente entre la realidad que viven algunos políticos y la que sufren muchos a los que en teoría representan, pero a mí personalmente la opción de los lagartos invasores de V o la de ‘Los otros’ de Amenábar me parecen bastante creíbles y eso que la realidad siempre supera a la ficción. ¿O es que la espantada final del ungido por PSOE, PP y Podemos para ser el nuevo presidente del Tribunal Supremo y el episodio del escupitajo y la sobreactuación del rufián de turno vivido en el Congreso de los Diputados no es de película de serie B? Aunque poniéndonos en lo peor, quizás seamos nosotros los que estamos muertos y encima votamos a unos lagartos.
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