Los mil almendros de Villacelama, un regalo donde había escombro

Florece el bosque de almendros, que ya endulzó las navidades de los vecinos

D.L.M.
15/03/2020
 Actualizado a 15/03/2020
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Es un regalo. En sentido literal. No solo para la vista y el Medio Ambiente, también para el paladar y la fraternidad de los vecinos de Villacelama (Villanueva de las Manzanas), que las pasadas navidades disfrutaron de una bolsita de almendras de sus propios almendros por cortesía de la Junta Vecinal, es decir del pueblo. Un detalle fruto de los más de mil almendros que ahora revientan de flores en la era local gracias al mayor número de horas de luz y al calor.

Con la mecanización y el abandono de las actividades agrícolas tradicionales, este antiguo erial cayó en desuso y poco a poco fue pasto de los cardos y los ‘genifos’. La era de trilla se convirtió también en un espacio para dejar gradas, cultivadores, remolques y otros aperos. El solar se fue degradando poco a poco con el cambio de los tiempos en una metáfora de la suerte que ha corrido el medio rural. La situación cambió —en la era de Villacelama, no en el medio rural leonés— hace cuatro años cuando unos 25 vecinos se reunieron en las eras para decidir qué hacer con esas tres hectáreas de terreno comunal desaprovechadas y que suponían un coste para la pedanía, unos 1.200 euros al año. Se decidió sanear el espacio con una plantación de 1.024 almendros. Hoy se puede ver el espectacular resultado de esta apuesta de recuperación medioambiental y a partir de septiembre y octubre se podrá degustar.

La Junta Vecinal recogió entre 60 y 80 kilogramos de almendras, que se secaron, se envasaron y se repartieron a los vecinos El presidente de la Junta Vecinal, Javier Pérez, explica que este año esperan una producción mayor porque ya ha sido necesario realizar poda de formación y los árboles tienen suficiente vigor para no tener que quitarles flores. Las heladas tardías y las tormentas son las principales amenazas de los almendros de Villacelama. Los vecinos estarán pendientes del termómetro hasta finales del mes de abril, según Pérez. A partir de ahí, el fruto ya formado tiene más posibilidades de superar heladas de hasta tres o cuatro grado bajo cero —si son eventuales, si fueran reiteradas, como ocurrió en 2017, tampoco aguantarían, porque afectan hasta a los árboles más grandes—.Las variedades plantadas (Soleta, Belona y Guara) ya fueron elegidas con esta idea en mente para que se adaptaran al clima de este pueblo ribereño del Esla ya las características propias del terreno, que también hubo que acondicionar.

Conforme crecen los árboles aumentan la satisfacción de los vecinos, que se muestran más contentos con la decisión de dar un nuevo uso a las eras. El “bosque comestible” es hoy orgullo de la localidad y la Junta Vecinal ya se estudia la forma de disponer un lugar habilitado para el secado de las almendras, incluso ha manifestado su esperanza de la plantación sea el germen de una pequeña industria local, a lo mejor, de producción de turrones. Por el momento, el año pasado la Junta Vecinal recogió entre 60 y 80 kilogramos de almendras, que se secaron y se envasaron en paquetes de entre 300 y 400 gramos. Las bolsas se repartieron a los vecinos para felicitar las navidades. La savia nueva llegó a cada mesade Villacelama en un gesto de fraternidad, en un regalín de todos para todos.
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