Los márgenes de la historia

Repiten con frecuencia los jóvenes historiadores –aquellos que ya no tienen el látigo de la censura sobre sus espaldas ni las heridas de la historia en sus cabezas– que buscan contar la historia no contada, aquella que quedó en los márgenes de la historia oficial, en las cunetas de la cruda realidad sufrida.

Muchas veces la verdad (o, cuando menos, la realidad) está escrita en los márgenes.

De la historia o de la carretera.

Mira la imagen, habitual para todos los que desde hace años transitan por la carretera del Torío, a la entrada de Villasinta.

Apareció ahí la hormigonera, cual ‘performance’ de la vida, cuando explotó la llamada burbuja del ladrillo, cuando se quedó sin nada que amasar, cuando comprobó que no tenía ni una mísera pared que llevarse a su panza de agua, arena y cemento.

Y cuando la vida golpea siempre nos quedan las imágenes de los poetas o la sensibilidad de tantas mujeres que tienen una mano para las flores tan natural como la sabiduría hija de la tradición. Y así la vieja hormigonera nos recuerda que ante la agresión que supuso ponerle hormigón a nuestras vidas siempre responde la madre naturaleza con las salvas de la primavera hechas flores. Por más que algún aprovechado le llame brotes verdes.