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Los idiomas del (des)empleo

23/02/2015
 Actualizado a 15/09/2019
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Hoy me tengo que poner serio. El pasado jueves participé en unas jornadas de la Fundación Isadora Duncan sobre cualificación profesional. Un foro en el que estuvieron expertos de las tres partes, los que tejen la maraña burocrática, los que arropan a la sociedad con ella y los que esperan que les abrigue del desempleo. Fue en el Musac y salí de allí contento porque una Fundación laicacomo Isadora Duncan sea capaz de reunir ante el pueblo a los representantes de los servicios públicos de empleo con los orientadores laborales sociales y con los propios desempleados o empleados en vías de mejorar su empleo. Pero también triste porque donde unos pedían leves telas que les protejan del solano y les ayuden a cruzar el desierto de la crisis, los otros respondían con anoraks de pluma de ganso finlandés.

Se siente uno impotente cuando pregunta qué tengo que hacer, que lo quiero hacer, y desde el otro lado de la ventanilla le responden con la estrategia 20/20 o real decreto tantos/nosecuantos. Luego se sorprenden cuando las encuestas cantan que en la otra ventanilla, en la que se echa el voto, suben unos que se expresan con términos populistas y bajan los que hablan de «unas cosas».

Y en medio, para traducir todas estas leyes al trabajador que llevan 20 años haciendo su trabajo sin el papel que dice que lo sabe hacer y que ahora le exigen para seguir haciéndolo, la sociedad civil, Isadora Duncan y tantas asociaciones que, muchas veces, más que organizaciones sin ánimo de lucro, parecen agencias de traductores.

Eso cuando no tienen que inventarse directamente el discurso porque desde la Administración han oído, pero no entendió el mensaje de Europa, como les pasó a los asesores en León durante el primer proceso de cualificaciones del sector sociosanitario en León, que gracias a un grupo de ‘whatsup’ entre los asesores salió adelante el proceso porque entre ellos hablaban el mismo idioma, el que no entendía la Junta.
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