Los hombres buenos

10/02/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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En todos los pueblos saben quién es el que coge la Cruz cuando sale el cortejo de un entierro que lleva a hombros de sus amigos al paisano que se va.

En todos los pueblos saben quién es el mozo que va a coger el pendón cuando salen a desfilar en cualquier fiesta, en cualquier feria, en cualquier lugar donde los vecinos quieran sentirse orgullosos del mozo, o no tanto, que lleva el estandarte local.

En todos los pueblos saben perfectamente quién es el que va a subir hasta lo más alto del interminable mayo que han plantado en la plaza para celebrar cualquier rito, pagano o cristiano.

En todos los pueblos saben a ciencia cierta quién es el que va a subir al campanario para avisar volteando las campanas que comienza un día de fiesta mayor o avisa haciendo hablar al badajo de que hay concejo, hacendera o prisa por acudir a sofocar el fuego que arrasa la casa de algún vecino.

En todos los pueblos miran hacia la misma persona, el sabio de la tribu, cuando el concejo se enquista en una solución que no acaba de llegar para cualquier asunto de convivencia diaria.

En este pueblo todos saben perfectamente quién está debajo de la máscara, quiénes son los guirrios, los vejigueros, la gomia...

Son todos uno, los hombres buenos de todas las tribus, ya sean bajo las máscaras, con la cara descubierta pujando el pendón, subiendo el mayo, hablando sabiamente en el concejo, gateando al tejado que se quema u organizando la fila de vecinos que portan calderos de solidaridad para cualquier necesidad.

Ellos son los imprescindibles, no se habla de ellos pero sin ellos no se hablaría de casi nada.
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