Los héroes siempre salen en letra pequeña

Abdu fue el nombre propio de la última historia en la montaña. El niño gijonés salvó la vida, y buena parte de la culpa de este final feliz la tuvieron esos hombres que salen en la letra pequeña del suceso, héroes con vocación de anónimos... que lo son

Fulgencio Fernández
30/06/2019
 Actualizado a 17/09/2019
Imagen de archivo. | L.N.C.
Imagen de archivo. | L.N.C.
La montaña escribe historias cargadas de emotividad, de riesgo, muchas veces con final feliz, otras desembocan en un trágico desenlace. Historias con muchos nombres propios que llegan hasta los medios de comunicación con facilidad y que dejan nombres propios y también otros olvidados, que muchas veces esconden a verdaderos héroes en los márgenes de la noticia.

Acaba de ocurrir. La última historia de esta tierra que saltó a los telediarios fue en Picos de Europa, la protagonizó un niño gijonés de 13 años. En resumen fue que Abdu, un menor gijonés de origen etíope, parece que se enfadó con sus padres y desapareció sin dejar rastro del refugio de Collado Jermoso, en la vertiente leonesa de los Picos de Europa. Fue más de un día de angustiosa búsqueda, en un lugar que los rescatadores describieron como de «una orografía bestial».

Viajando a todos los nombres de la noticia aparece, por ejemplo, el sargento leonés Enrique Ferrero, integrante del Greim de Sabero, uno de los que primero se sumó a la búsqueda pues estaba de guardia aquel día. Sumando pequeñas frases suyas que se van recogiendo encuentras a unos personajes —él y sus compañeros— que se han jugado la vida, que lo hacen muchas veces y a veces la pierden, pero también encuentras cómo es su condición humana, más allá de la profesional.

Por ejemplo, aquella noche que debieron pasar sin encontrar a Abdu,el sargento leonés recordaba que «empezamos a buscar por los cortados por donde podría haberse caído, se bajó por el Argayo Congosto, una canal muy pindia, hasta que quedamos reventados de andar, y regresamos al refugio, para descansar».

Bien se había ganado el descanso, para decir él que estaban reventados. Sin embargo, no acaba ahí la historia pues, confiesa Ferrero: «No podía dormir pensando que el niño estaría por allí y me levanté, salí un poco más, a hacer algo, a dar voces a ver si me escuchaba en el silencio de la noche, sin respuesta».

Así son estos tipos que no son noticia. Tal vez mejor así, pues Ferrero fue de los que se salvó en el trágico accidente de la Polinosa. Aquel que no quiso bajar al hospital sino segur ayudando a sus compañeros.
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