Los gayumbos, los calcos, la ja

05/05/2022
 Actualizado a 05/05/2022
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Si usted busca pilcheo / le mercamos la ja / y si diquela pronto / le dejamos largar. / Si no pucha en caliente / le jamamos el tres / los gayumbos, los calcos / y le ponemos al biés».

Adiós a las élites y las miradas por encima del hombro. Cuatro bragas cinco euros ¿y los libros? a lo que trapichees, que ya está todo inventado y, como cantaba Patxi Andión –perdón, las nuevas generaciones– la vida está resumida en los puestos de cualquier rastrillo de los que cada día se montan en un rincón diferente de la provincia. Y el país.

Tienen los libros el glamour ese de sus ferias particulares, las ferias del libro, con lecturas del Quijote y palabras de sus discípulos pero no son ajenas al destino final de cualquier libro, en cualquier rastro, a cualquier precio. Miraban, en la foto, no la portada del libro ni siquiera el cuerpo de letra, buscaban en las primeras páginas y cerraban.

– Son cazadores de dedicatorias; explica el librero/tendero/mercader de la ja; es la mejor forma de que un libro se revalorice. Yo tuvo aquí uno dedicado por Cela, La Colmena, que decía: «Para la señora que dice llamarse Cuqui, no se me ocurre nada más porque me estaba sacando de quicio con lo petarda que fue en la cola».

Cosas de Cela, al que no quisiera tener que escuchar si descubre que su mejor obra cotiza a la par que cuatro bragas... cinco euros.

Tampoco me imagino la decepción de nuestro Quinty González, que nos explicaba que lo mejor que le había dado la literatura era ver sus libros en las estanterías al lado de los de Paco Umbral o Miguel Delibes ¿Y si los encuentra al lado de la mesa que le sirve de telón de fondo en la fotografía?
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