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Los estados del amor

18/02/2023
 Actualizado a 18/02/2023
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Todos los años llega el 14 de febrero y con él descubrimos a acólitos y detractores de San Valentín, una forma más de cristianizar a Eros. ¿De verdad necesitamos un día especial para amar? ¿Por qué y para qué tanta parafernalia de rosas y chocolatinas? ¿No deberíamos amar todos y cada uno de nuestros días y entonces dedicar uno en exclusiva a recordarnos que amar es una asignatura pendiente en nuestro calendario resultaría bastante ridículo? Pero existen días mundiales de cuestiones completamente absurdas, como el día mundial de la gente peculiar, el del orgullo ‘zombie’, el de llevar el perro al trabajo o el de los calvos, el de la pipa, el del barman… los hay para todos los gustos y colores. ¿Cómo no iba a existir uno específico para celebrar el amor y la amistad? Ya sé que los sentimientos a veces se dan por sentado, pero contrarrestar la violencia de este mundo nunca será mala idea como tampoco lo es ofrecer oportunidades de declaraciones impetuosas y espontáneas a todos los amantes.

Una vez justificada la existencia del evento queda analizar el estado de salud del amor. Tras más de veintiún siglos de evolución sigue siendo el sentimiento universal más imperecedero, resistente e inmortal de cuantos nos convierten en humanos. Es verdad que el romanticismo ha caído en barrena, pero vivir en decadencia no es morir, es ser vulnerable a la moda. Ya no se cuentan historias románticas. Desde el estreno de ‘La La Land’ nuestros corazones viven en reposo, rodeados de distopías, humor canalla o guerrilla soporífera. Los sentimientos se han complicado como las etiquetas. Amor fraternal, amor loco, tóxico, platónico, filial… Demasiados adjetivos para la sencillez que implica sentir.

Amores sólidos que provocan respeto, líquidos que invitan a las lágrimas, gaseosos para los que sueñan. Diversos estados para algo que no se compra ni se vende, pero cuyo valor sigue haciendo girar el mundo.
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