Los diez mandamientos del inversor

Llevo veinte años acompañando a clientes en sus inversiones financieras y puedo comprobar que «a los que les va bien», no es por casualidad. Normalmente se han parado a reflexionar un poco sobre algunas cuestiones como las que trato a continuación.

I.Conócete antes de invertir. ¿Qué capacidad de riesgo puedo asumir?, ¿qué me propongo invirtiendo?, ¿a cuánto tiempo?, ¿necesitaré ese dinero a corto o medio plazo?

II. Diversifique su cartera. Que esté bien distribuida: qué porcentaje quiero en renta fija, en gestión alternativa y en renta variable. Y quizás en algún otro activo como el oro. La distribución viene determinada por nuestra capacidad de riesgo y por nuestros objetivos a largo plazo.

III. Siempre, a largo plazo. Es normal la volatilidad, las subidas y las caídas. Aprovechar estas, porque conseguir beneficios en nuestras inversiones requiere tiempo, como en la vida real. Nadie invierte para dar el pelotazo: es muy difícil.

IV. Olvídese del corto plazo. Es altísimo el porcentaje de especuladores que pierden dinero. El corto plazo es locura. Por eso, alejémonos del día a día que nos puede llevar a tomar decisiones equivocadas.

V. Slow, slow, slow. Despacito y buena letra. Las emociones son malas consejeras ¿Miedo?, ¿pánico? Si hemos realizado previamente un buen diagnóstico de lo que realmente importa («círculo de influencia») me puedo olvidar perfectamente de lo que no depende de mí («círculo de preocupación»).

VI. Si necesita liquidez, sea consecuente. Con su capacidad de riesgo. Posiblemente lo más prudente sea guardar las mismas proporciones en su cartera de inversión.

VII. Ahorro periódico. No tomemos decisiones de 0 a 100: invierto todo, vendo todo.

VIII. No dramatice. Practique el «factfulness», decisiones basadas en realidades y en hechos; y no se deje llevar del apetito por el drama.

IX. Tenga un buen asesoramiento. De alguien que les conozca, que se preocupe realmente por sus intereses. Y que practique el «tú ganas, yo gano».

X. Invertir es algo más que comprar o vender cromos. No es la lotería, a ver qué pasa. Es analizar qué quiero y cómo soy, y en función de estos parámetros decidir en qué activos invierto: que estén a buen precio; que se correspondan con nuestro perfil de riesgo; si es en renta variable, en empresas que participen en el desarrollo económico a largo plazo de esa «nueva normalidad» que se nos avecina.