09/03/2021
 Actualizado a 09/03/2021
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Desde hace algo más de cien años se viene celebrando el ‘Día de la Mujer Trabajadora’. A partir de 1975 pasó a denominarse ‘Día Internacional de la Mujer’. En realidad la mayoría de las mujeres, aunque no tengan un trabajo remunerado, son trabajadoras. ¿Acaso mis abuelas y mi madre no lo eran?

La situación de la mujer a lo largo de los siglos ha sido en general bastante precaria, y lo sigue siendo en muchas partes del mundo, donde incluso se le considera siempre menor de edad, como si fuera propiedad de su marido. Desgraciadamente se dan infinidad de casos de violencia, de malos tratos, de discriminación, de esclavitud, de explotación… No obstante son también muchas las mujeres que no sufren discriminación alguna. Hoy una mujer en España puede presentarse en las mismas condiciones que un hombre para ejercer como profesora, como funcionaria, como miembro de las fuerzas armadas, como empresaria, como periodista, como personal sanitario, como política… En los centros de enseñanza las diferencias entre alumnos y alumnas se deben fundamentalmente al esfuerzo y espíritu de trabajo, que nada tiene que ver con su condición sexual.

Es indiscutible que el hombre y la mujer, a pesar de las diferencias biológicas y psicológicas, tal como señala la biología y la psicología diferencial, son iguales en dignidad. Por eso mismo no es verdadero defensor de la mujer quien desea anular estas diferencias, pues ello llevaría implícito admitir que la mujer es inferior al varón, que ser madre es menos importante que ser padre, como si el tener hijos y cuidarlos fuera algo humillante. Como si tuviera que avergonzarse de su condición femenina.

No ponemos en duda el derecho de las personas a manifestarse para reivindicar aquello que crean conveniente, pero tenemos derecho a dudar de la eficacia práctica que puedan tener algunas manifestaciones. Es como si pensáramos que para crear puestos de trabajo lo más eficiente es manifestarse el primero de mayo. Por eso no es ningún drama que no hayan podido manifestarse para no favorecer los contagios del virus, como ya ocurrió el año pasado.

Sin negar la situación de marginación que puedan sufrir muchas mujeres, nos parece que el verdadero problema no son solo las desigualdades entre varones y mujeres, sino entre unas mujeres y otras, de tal manera que a veces las que más gala hacen de feministas viven verdaderas situaciones de privilegio respecto de otras en cuyo favor poco o nada se hace y a las que habría que dedicar no un día, sino todo el año.
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