Los cuentos chinos

Vivía en un pueblo de alta montaña, donde las comunicaciones eran difíciles hasta tal punto que solamente se podía bajar a la villa en caballería, caminando o en Land Rover

Ramón Cela
09/09/2018
 Actualizado a 10/09/2019
A veces los pueblos parecen envueltos en una noche imposible, aunque sea de día.
A veces los pueblos parecen envueltos en una noche imposible, aunque sea de día.
Aquel infernal camino sin asfaltar similar al de otros muchos pueblos del Ayuntamiento de Paradaseca, hoy perteneciente al municipio de Villafranca, era una especie de cocktelera donde apiñados igual bajaban seis como diez o más personas a comprar o arreglar algún papel, porque otra cosa no se podían permitir las gentes del lugar, ya que cuando se vive en el aislamiento y el olvido las gentes se acostumbran a vivir sin nada y ese nada es, en muchos casos, una gran inmensidad de resignación al paso de los días sin que el demonio, siempre acechante, no te lleve una enfermedad, que en el llano u otro lugar no pasaría de ser benigna, pero que entre aquellas montañas, son una tremenda maldición donde una artritis te puede llevar al sufrimiento diario y en mil casos a la invalidez, sin otras prestaciones que las de unas tazas de caldos y la compasión de familiares y amigos.

Los políticos mientras, en los establecimientos hoteleros, hablan de despoblación… Hay que tener morro, como dirían las gentes jóvenes que en verano, subían o suben ahora con bastante más facilidad, a las desangeladas casas de sus ancestros.., donde en verano cualquier cosa es buena, pero que en el crudo invierno son, en muchos casos, cañones de aire frío, por las escasas condiciones de habitabilidad de las viviendas. Este buen hombre, del que no voy a decir su nombre, vivía en Aira daPedra, quees la parte baja delahora conocido Campo del Agua. Bajaba mensualmente a Villafranca para que, entre otras ocupaciones,yo viera sus escritos de hechos y leyendas, que él había escrito cuando era de día, porque la luz por la noche era cara y aprovechaba para oír la radio y como esta ya había llegado hacía escasos años, había que aprovecharla al máximo y disfrutar de un bien tan preciado como era el dar al interruptor y tener una luz que a veces hacía daño a la vista acostumbrados a tanta oscuridad, tanto de las calles como de otras dependencias de la casa. Mis escasos conocimientos literarios decía que le eran de gran utilidad, pero yo sé que, lo que más le gustaba, eran mis palabras de ánimo, porque en el pueblo le llamaban loco por pararse a escribir, en vez de hacer las mil labores que engendra el vivir en un pueblo tan aislado.

-No puedo ir a Burbia, porque es como estar en Aira da Pedra.No hay carretera y a veces tengo miedo por mi edad y lo inhóspito del lugar, ya sabe usted ( pese a la diferencia de edad, me trataba siempre muy respetuosamente). Los puentes de madera están mal sujetos, sin barandillasy yo ya soy muy mayor…

-Ustedes, los de la Cruz Roja no tienen miedo porque son jóvenes y van pocos en cada coche y así pueden cargar más alimentos para los que allí vivimos, que buena falta nos hacen. Sabe, yo nunca había comido carne en lata y mucho menos alemana y los quesitos franceses me hacen pensar que muchos conocidos los estarán disfrutando por París u otras ciudades del mundo.. Ustedes nos dan vida y sobre todo esperanzas, ya que nuestros familiares en Barcelona o el extranjero nos dicen que allí viven muy bien, pero yo sé o me imagino que en mil ocasiones, si quieren ahorrar un duro, tienen que vivir hacinados cinco o seis en una sola habitación. Porquelos duros no los regalan en ninguna parte y ellos van ahorrando y bastante.Ahora, han pasado los años, pero muchas cosas siguen igual, el señor de Aira da Pedra dejó sus escritos, pero nos ha dejado con sus mensajes, con sus esperanzas y sobre todo conla sensación de impotencia que nos imponen los políticos cuando hablan de despoblación y de obras faraónicas que no sirven para nada como museos o fastuosidades que solo son para satisfacer el ego personal de algunos privilegiados que ostentan el poder, que los votos ingenuos les han otorgado.

Hoy, los pueblos del municipio de Villafranca, están un poco mejor, ya no falta la luz durante semanas, una vez que ha sido puesta mucho después de los ochenta. A todos ellos se puede subir, con dificultades, pero en automóviles normales, pero poblaciones cercanas como Aira da Pedra y Burbia, siguen sin una carretera asfaltada y en mil casos cortada, mientras que si cae una nevada de cierta importancia, los vecinos de esta última población no podrán salir ni por el bajo por donde discurre el río, ni por el alto por la tardanza de las quitanieves, por ser del municipio de Vega de Espinareda, o los vecinos de Sotelo, tendrán que rodear doce kilómetros si quieren bajar a Villafranca a una urgencia, porque no se arregla el camino de poco más de un kilómetro estando ya construido un puente de hormigón desde hace más de cuarenta años y beneficiaría enormemente la vida de este y otros pueblos, como Cela o Pradela, alguno del municipio de Trabadelo.

Así puestos en esta situación, sufriendo los escasos habitantes de estos pueblos de algunos municipios la supina ignorancia de lo que es y representa la despoblación y las ignominiosas faltas de atención a los más desfavorecidos, tenemos que soportar las declaraciones de los políticos a los que se les llena la boca de hablar de algo que no conocen, porque mal se puede gobernar aquello que no se palpa, que no se conoce y que quizás importa poco, pero que queda muy bien y hace muyprogre a quienes hacen todo tipo de manifestaciones en este sentido. Atrás…muy atrás quedarán las lamentaciones de mi amigo. Las reflexiones de otros muchos que viendo la enorme riqueza que se pierde en los montes, no acierta a explicarse el por qué, algunos, todavía tienen el valor de hablar de despoblación, cuando lo único que hace falta, por lo menos en nuestra provincia, es tener un poco de imaginación, hablar menos y actuar más. Ver, conocer y separar la paja del grano y no quedarse asombrado como hicieron muchos de los participantes del Congreso del Oro recientemente celebrado y con gran éxito por la UNED.

Los políticos, repito, deben de abandonar alguna vez las poltronas y darse cuenta, que tras los cristales de sus despachos o salas de plenos, todavía hay vida. Luego recapacitar y pensar si seguir o volver cada uno para su casa.
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