Los colores de la nostalgia

31/03/2022
 Actualizado a 31/03/2022
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La nostalgia pinta de colores los recuerdos y las vidas vividas, incluso en blanco y negro. A la nostalgia le debemos los que llamamos los mejores años de nuestras vidas por el simple hecho de que damos por bueno, sin mayor análisis, que cualquier tiempo pasado fue mejor; que tiene un gran aliado en una certeza que no requiere análisis, que nunca seremos más jóvenes que en el pasado. Y mucho más en el pasado lejano.

Así la nostalgia pinta de colores los recuerdos en blanco y negro de aquellas escuelas de un solo aula, con los pupitres ordenados alrededor de la estufa de leña, colocados buscando el calor del calor. Y llegamos a plantear como insuperables los saberes de aquellas enciclopedias que servían para un roto y un descosido, para matemáticas y religión, para urbanidad y literatura, para lengua y trigonometría. Decimos convencidos que todo estaba allí e, incluso, que en ningún sitio se contó mejor que en sus páginas.

Y echamos pestes de las modernidades de las teorías de los conjuntos, del conjunto vacío, y otras innovaciones que pretendían derogar lo que nos resulta inderogable, las cuatro reglas y la tabla de multiplicar ¿A ver si dos y dos van a dejar de ser cuatro?

Sólo faltaría.

Cayeron en desgracia modernidades como crear un ambiente agradable como entorno de los niños, propiciar un mundo de colores que anime a los chavales y les resulte agradable para ese juego que puede ser ir cada día a la escuela.

La nostalgia nos quiere convencer que son paparruchas, ¡con lo felices que fuimos en aquellas escuelas de estufa de leña buscando el calor del calor!

¿Estamos seguros?
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