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Los ciervos con raquetas

24/01/2021
 Actualizado a 24/01/2021
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Los sabios de la tribu son un bien que perdimos en ese camino de presunta modernidad que nos recomendaba tirar por la ventana a todo lo que vistiera boina o mandil, a todo lo que oliera a abono, a todo el que utilizara en su lenguaje diario palabras, por otra parte tan bellas, como falampo, esvolar, burdégano, burreño, cítara, a matacaballo o cochiquera, por decir algunas pocas.

Por eso es una gozada llegar al bar de Chana y encontrar a Pablo, que en verano caza los topos que le estropean la pradera del corro de lucha y en invierno te habla de su perro —que le acusó la guardia civil de ser un sin papeles—y te lo cuenta todo con expresiones que inventa sobre la marcha y son el mejor reflejo de lo que quiere decir. «Menuda nevada que os apretó por allá arriba, debía ir los ciervos con raquetas de nieve». Y matiza, «digo lo de nieve porque si no lo explico los veraneantes creen que los ciervos juegan al tenis».

¡Qué grandes los sabios! Herederos de Adelaida la de La Cueta, aquella mujer que lo aliñaba todo con dichos y refranes. Cuando llegó a verla el gran Labordeta le dijo, por ganársela, «¡qué ojos más guapos tiene Adelaida».

- Y más me gustarían si además vieran; le dijo la mujer, que se estaba quedando ciega le regaló una de las entrevistas más bellas de ‘la mochila’ y le volvió a dar un mandoble al marchar, cuando el aragonés fue a despedirse y le prometió: «Adelaida, la próxima vez que venga le prometo que yo también le hablo solo con refranes».

- Pues hombre refranero... cantimplora o palancanero.

La risa de Labordeta aún resuena en el pueblo más alto de la provincia.

Me acuerdo hoy de los sabios porque se nos ha ido otro, Tasio el de Taranilla, mi ahijado pues yo le bauticé como ‘El Gato de Taranilla’ en los aluches y, sobre todo, admiré como luchador, paisano, filósofo, hombre de costumbres tan antiguas como adorar a su madre y padre de tantas frases que jamás se irán con él, quedarán para que su recuerdo nunca se borre. Os dejo una. La que te decía cuando quería llamarte amigo: «Vale más ser vaca contigo que mujer con el ministro de Industria».

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