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Los chicos también lloran

06/08/2022
 Actualizado a 06/08/2022
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La cándida y terrible adolescencia ha sido desde siempre una de las etapas más complejas del ser humano. No sabes quién eres, pero intuyes quien podrías llegar a ser. Dejas de creer en cuentos de hadas y empiezas a creer en el amor. Todo puede teñirse de tragedia en un instante y en comedia también. Es el límite que cada persona posee antes de volverse loco o responsable. Tú eliges. Pero como dijo Aristóteles, los buenos hábitos aprendidos en la juventud marcarán la diferencia.

Afortunadamente los chicos de hoy han crecido en un ambiente mucho más liberal, más respetuoso con lo diferente y más consciente de la igualdad de derechos y obligaciones entre ambos sexos; sin embargo, nunca había sido tan difícil sobrevivir a los quince años. Por un lado, los adultos que los rodean necesitan asegurarse de que ellos y ellas son feministas, así que, la tradicional ‘guerra de géneros’ conduce a un túnel vacío. Antes, si un chico y una chica se gustaban, se peleaban y se lanzaban el estuche a la cabeza, se llamaban ‘idiota’ o ‘imbécil’ y el profesor castigaba a ambos a copiar cien veces alguna cantinela barata. Ahora la chica siempre tiene razón y se va a casa tan solo con la advertencia de no seguirle el rollo a su amigo. A él lo castigan quedándose media hora más en el insti, o sin recreo, porque debe recibir una charla feminista que insista en que ella tiene razón y él no. Con doce años, lo que entiendes es que hagas lo que hagas, tú la llevas. Ligar se convierte en un riesgo. Ya no es divertido, porque ella puede insultarte tanto como quiera, pero a poco que tú le respondas, ella te dirá que eres un ‘machista opresor del heteropatriarcado’ y aunque no sepas muy bien a qué se refiere, suena mucho peor que sapo de cloaca. Ellas tampoco lo tienen fácil. Instagram y el postureo sexy que las obliga a dejar de ser niñas es la guerra. Nunca ha habido puente para este río, más allá de escuchar el agua que lleva.
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