García Peña, que representa a 55 productores de la zona de Vega de Valcarce, Barjas y Trabadelo, reconoce que no tienen tanto miedo a la tinta «que está en Galicia y no aquí. Solo tenemos que tener cuidado de injertar con ejemplares bercianos para librarnos de ella», ni tampoco a la avispilla «no queremos ni oír hablar de ella. Somos de las pocas zonas a las que no les ha tocado y esperemos que, si nos llega, que lo haga ya con el tratamiento efectivo». García Peña está satisfecho con la producción que se espera este año, el segundo de vida de la agrupación, en el que confía que se comercialicen 100.000 kilos de castañas (el año pasado fueron 30.000). Reconoce que no son demasiados «pero queremos ir paso a paso y, sobre todo, que quien venga lo haga convencido», dice. Lo mejor es que, de esos kilos habrá 20.000 enmarcados y sellados como castañas ecológicas, algo que sucede por primera vez y que el presidente aplaude «porque creo que es hacia donde tenemos que avanzar».
Este año solicitarán el sello y el próximo espera que cada pueblo que forma parte de la agrupación tenga, al menos, tres sotos cada uno con esta producción. De ese modo, considera que también podría controlarse mejor la lacra del chancro porque «cada vez está más clara la causa efecto de los sulfatos y la enfermedad», dice. Al tiempo que pide vacunas contra el chancro, solicita también ayudas para que los propietarios puedan acometer desbroces y mantener limpios los sotos. Sobre todo, considera que las administraciones deben ser conscientes del potencial de la castañicultura, frente a las replantaciones con pinos.
Tres Valles testimonia ese potencial con su crecimiento. En tan sólo un año de vida ha pasado de cuatro productores a contar con 55 «y necesitamos tener un año bueno en calidad y en precios para que se animen más», espera el presidente. «Hay mucho trabajo pero hay que irse, sobre todo, a lo ecológico», aconseja.
«Entre castaños» se estrena para potenciar el ‘castañiturismo’
Tres Valles ha querido sumar a su función productiva la de ayudar al turismo de la zona estrenando una ruta de algo más de ocho kilómetros para disfrutar de los paisajes que dibujan los castaños de Vega de Valcarce. «Entre castaños» es el nombre de la senda que este sábado abrieron 80 caminantes que sale de Vega para ascender por caminos ancestrales al pueblo de Villasinde y encumbrar el pico de la Vilela, el monte sobre el río Valcarce «de frente te deja salir al Castillo de Sarracín y esa parte es preciosa», dice García. La ruta salva un desnivel de unos 425 metros y se completa en más de tres horas. La idea de realizarla partió de los propios hosteleros «que decían que los turistas pedían rutas para quedarse un fin de semana, porque sólo veían señalizadas la de la Cascada de Cantenxeira y la del Hayedo de Busmayor». Los castañicultores se unieron para colocar las señales y el Ayuntamiento se alió a ellos con sus brigadas de limpieza para que los caminos estuvieran listos. La experiencia ha sido tan satisfactoria que los castañicultores ya tienen previsto abrir una nueva ruta para el próximo año, la del Molino de Otero, un poco más fácil que el trazado recién estrenado, aunque con la misma distancia. Otro punto que pretenden tocar es una ruta más en el Valle de San Fiz.