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Los borrachos y Velázquez

18/02/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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En el Museo del Prado se puede contemplar la primera obra de tema mitológico de Velázquez, al que hasta entonces sólo se le conocían bodegones, escenas religiosas y retratos. ‘El triunfo de Baco’, que el pueblo de Madrid llamó ‘Los borrachos’ cuando el lienzo se pudo ver en el Museo Real, dio al pintor la oportunidad de representar un desnudo masculino y plasmar en una obra su afición por juntar la fábula clásica y las escenas cotidianas.

Estoy convencido de que aunque no haya visitado el Museo del Prado conoce bien esta obra que ha sido imagen recurrente en libros de texto y en láminas de calendarios o para enmarcar. De hecho, a un conocido que me preguntó cómo decorar un bar que abrió le aconsejé un mural de vinilo de cuatro metros de ancho y tres de alto con esta obra de Velázquez. Al fin y al cabo, ‘El triunfo de Baco’ es una obra de arte muy conocida y los borrachos son los mejores clientes.

Coja una imagen del cuadro y fíjese que a la izquierda de Baco hay un sátiro desnudo que levanta una copa de cristal enseñando el mundo de los seres fabulosos y a la derecha se amontonan un mendigo y cuatro hombres de capa oscura con rostro curtido y aspecto beodo que son un ejemplo cotidiano y cabal del interés por salir en la imagen. Ante ellos, un joven de rodillas coronado por el dios mientras guarda un arma a la espalda, a la derecha de otro que apenas da la cara.

Ahora piense que es una candidatura de pueblerinos (o ciudadanos) formada en los bares para levantar del sillón a un alcalde en este 2019. Velázquez hace cuatro siglos clavó la foto del mitin: Baco es el tío fornido que da la cara porque va de guapo; el de la copa en la mano, el que vigila todo desde atrás, sin perder trago; el borrachín del vaso curtido, el que ya sabe lo que es estar ahí metido; el mendigo, el que no se resiste a no estar en una papeleta y limosnea un hueco; el joven coronado, el sumiso al que harán ver que todo es bonito y viene a luchar por el bien común; y el resto, simples juerguistas que piensan que la política es como ir de fiesta y agarrar una tajada detrás de otra.

¿Y las mujeres? Mucho de leyes, pero le aseguro que estos no se acuerdan de lo de la paridad porque en sus fiestas, como en la de Baco, las esposas quedan en casa.
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